SI NO SIRVES NO SIRVAS
El
título del presente escrito reflexivo tiene la intención de que pensemos sobre
la solemnidad que debe tener el servicio a Dios, porque en estos tiempos se ha
tomado tan a la ligera que se cree y asi tambien se enseña que es como
cualquier otra actividad, en donde solo importan los talentos o conocimientos
de las personas, pero se olvida que lo más importante son las vidas. Dios no
quiere que una vida impía le sirva, detesta a un hipócrita como su siervo, un
ejemplo de lo anterior fueron Nadab y Abiu (Levítico 10:1-20), debemos
comprender lo anterior de tal manera que tengamos mucho cuidado con el servicio
a Dios. Anteriormente, en el antiguo pacto, el pueblo de Israel fue el pueblo
que Dios escogió para que le sirviera, pero entre ellos apartó a un grupo de
hombres llamados los levitas que debían purificarse y limpiarse antes de servir
a Dios (Números 18), si alguna falta se hallaba en ellos o no mostraban
reverencia ante Dios, por más años que tuvieran en el servicio o el cargo que
ejercieran eran severamente juzgados hasta con la misma muerte, como un
ejemplo, para que el pueblo tuviera temor delante de Dios.
Actualmente
estamos en una época muy atrevida en donde personas que ni conocen a Dios
sirven a Dios dentro de las iglesias, pero ¿Qué clase de servicio presentan?
Uno completamente ajeno a la voluntad de Dios, llevando a personas a alejarse
del Dios verdadero para ir tras la idolatría hacia un dios falso, por lo tanto
es mejor que si una persona no sirve, en el sentido de que si su vida no es un
instrumento útil en las manos de Dios mejor que no sirva y, en el tiempo de no
servicio, se ponga a cuentas delante de Dios y espere en silencio su
disciplina, si es cristiano, si no lo es que primeramente se presente ante Dios
arrepentido por sus pecados y crea en Jesucristo como su Señor y Salvador.
Aun
así, también es importante recordar la historia de Job (Job 30-31, 38-40) para
evitar caer en el legalismo, porque muchas veces se juzga a una persona y de
manera prácticamente inmediata se le descarta cuando desconocemos o ignoramos
que Dios está obrando en su vida. No podemos caer en ninguno de los dos
extremos: ser jocosos con la verdad o jueces severos sin misericordia, sino
tener ligada en nuestro corazón a la misericordia y la verdad, la lealtad y la
bondad, el amor y la sinceridad (Proverbios 3: 3) para que podamos servir, ser
funcionales, disfrutar de un espíritu vivificado que puede fortalecer a otros,
es decir para que podamos servir y así servir a otros.
“Porque
tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó
primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro
que en ti también. Por lo cual te recuerdo que avives el fuego
del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos. Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio. Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor,
ni de mí, prisionero Suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por
el evangelio, según el poder de Dios.
Él nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según Su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad, y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien puso fin a la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.”
2 Timoteo 2: 5-10 (NBLA)
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