EL CONOCIMIENTO ES VANO SIN EL ENTENDIMIENTO
Vivimos
en una época muy acelerada, en la que el acceso a la información es muy fácil,
gracias a las TICs (tecnologías de la información y comunicación), pero alguna
vez nos hemos puesto a pensar en si esa inmediatez hacia el conocimiento nos ha
hecho seres más racionales. Se supone, según los proponen muchos eruditos, que
entre mayor informada estén las personas mayor acceso a la libertad tienen,
pero ¿qué tan cierto es esto? Nuestra realidad cotidiana nos demuestra que
aunque las personas reciban la mejor educacion no siempre terminan siendo los
más ejemplares, como el caso del violador, asesino y arquitecto Rafael Uribe
Noguera. La educación en nuestra sociedad es también un causante en que la
corrupción este siendo tan bien recibida, por eso es que la gente ya no quiere
someterse a las autoridades, porque piensan que libertad es lo mismo que
libertinaje. Bueno, si eso es libertad, hacer lo que se quiere, entonces ¿por
qué fue llevado a la cárcel Samer Davet, un joven de 21 años que quería ganarse
la vida fácil robando? El mundo no siempre quiere hacer lo bueno, la verdad es
que la mayoría de personas, en cuanto puede, buscará hacer lo indebido, por eso
existen las leyes, para controlar las acciones del hombre. Por lo tanto, queda
totalmente refutada, toda idea de que el acceso a la información, al
conocimiento y a la educación son la solución para nuestra oscura sociedad.
¿DE QUÉ
SIRVE EL CONOCIMIENTO SI NO HAY ENTENDIMIENTO?
El conocimiento lo podemos tener
y de seguro que lo tenemos, pero el entendimiento no todo el mundo lo tiene. No todos entendemos lo que
conocemos, pero tenemos la misma posibilidad de adquirir el entendimiento.
El querer hacer lo bueno, es
producto de un entendimiento correcto, de saber realmente el por qué es bueno
hacer esto o aquello. La Biblia nos enseña lo que es bueno y es correcto, en
ella podemos entender el por qué es buena la ley si le creemos. La fe, creerle
a Dios, nos da la convicción necesaria para obedecer a Dios, sin ser la ley
nuestra controladora, porque quien le cree a Dios, a lo que él hizo al morir
por nosotros en la cruz y a lo que el ira a hacer en nosotros, entiende que no
vive para sí mismo sino para Dios, siendo esta vida tan solo un tránsito para
llegar a una eterna. Si en verdad creemos en lo que el Señor nos dice entonces procuraremos
agradarle, buscarle con un corazón limpio y dispuesto, pero si, por el contrario, rehusamos creerle,
a causa de nuestra entrega a este mundo, no le amamos sino le odiamos, porque “cualquiera
que quiere ser amigo del mundo se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4: 4)