¡ENGRANDECIDO SEA EL SEÑOR!
“Porque
en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza;
porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no
vemos, con paciencia lo aguardamos. Y de igual manera el Espíritu nos ayuda
en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos,
pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas
el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Romanos 8: 24-27
(RVR 1960)
En esperanza hemos sido salvados, una
esperanza que es ciertísima, mas real que la misma realidad, porque es la
esperanza de estar con Jesucristo por la eternidad, en esta espera debemos
tener paciencia. No es fácil ser pacientes, menos en una época como la nuestra,
en donde con un clic o una petición tenemos lo que queremos rápidamente, pero
es necesario en nuestra vida como creyentes, aprender a esperar y perseverar, a
continuar sirviendo fielmente en integridad, a orar sin cesar, y hacerlo con
gozo, esperando en Dios, dejando en Él nuestra vida, puesto que en sus manos
estamos seguros.
Estamos en mucha debilidad, vivimos en un
cuerpo frágil que se cansa rápidamente, que en cualquier golpe que sufre se va
lesionando, o alguna enfermedad lo va deteriorando, unas emociones sensibles
que no saben como controlarse y son engañosas, pero Dios conoce todas y cada
una de nuestras debilidades y lo más asombroso es que aun siendo débiles y
pecadores murió por nosotros, y en esta victoria que Dios nos dio sobre el
pecado y la muerte debemos trabajar con todo nuestro ser, orando, aun con
lloros que no pronuncian palabras, pero Dios conoce nuestro corazón, y el
Espíritu Santo intercede por nosotros, conforme a las necesidades que tenemos,
de acuerdo a la voluntad de Dios, y asi va dándole forma a nuestro corazón,
guiándolo a pensar, hablar y orar correctamente.
Ora constantemente, no tengas miedo, no te
dejes llevar por el pensamiento de que no sabes orar, porque para aprender a
orar es necesario orar, y una vida de oración es una vida de devoción, en la
que el creyente busca a Dios para poder servirle fielmente, conforme a Su
Palabra, y encuentra regocijo y alegría engrandeciendo el nombre del Señor, magnificando
a su Salvador y amando su salvación.
Comentarios
Publicar un comentario