¿EL MATRIMONIO CIVIL ES INSTITUIDO POR DIOS?
El matrimonio es un diseño
de Dios, por lo tanto es Dios quien define las pautas para el mismo. Al
comprender con claridad lo anterior es posible reconocer y valorar el significado
del matrimonio.
El matrimonio se puede
comprender con mayor claridad desde la Biblia al tener en cuenta tres diferentes
contextos: el Principio, la Ley y la Iglesia. En el principio, Dios mismo fue quien
oficializó el matrimonio de Adán y Eva de la siguiente manera:
“Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté
solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra
toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que
viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales
vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los
cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para
él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras
este dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de
la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al
hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de
mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por
tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se
avergonzaban.” Génesis 2: 18-25 (RVR
1960)
Dios dice que no es bueno
que el hombre esté solo, es interesante lo que dice el Señor porque muchas personas
defienden el celibato como una idea de Dios cuando vemos que desde el principio
el Señor le ha dado al hombre una ayuda idónea es decir que lo ha creado para
vivir en matrimonio, aunque es importante también aclarar que existe un grupo de
personas muy reducido que han decidido no casarse sino vivir completamente
entregados al servicio de Dios como enseña Mateo 19: 12, pero este grupo tan
pequeño tiene que examinarse a sí mismo si en verdad tiene el dominio propio requerido
para vivir sin casarse como también nos enseña 1 Corintios 7: 8-9. Por lo
anterior el matrimonio no solo es aconsejable sino también saludable para una
persona. Ahora teniendo claro que Dios mismo diseña el matrimonio, vemos en Génesis
2 que el Señor es quien une a un hombre con su ayuda idónea y deja una instrucción
clara: dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (v.24).
Si solo leyéramos este versículo
de la Biblia, no teniendo en cuenta los siguientes diríamos que el único requisito
para casarse es dejar a padre y madre, pero el Señor ha dejado instrucciones más
específicas a través de su Palabra, por esta razón es necesario seguir
avanzando. Ahora vamos a los tiempos de Moisés en donde el Señor establece lo
que hemos llamado la Ley mosaica, las cuales son un conjunto de leyes que Dios
dejó principalmente al pueblo de Israel, aunque muchas de ellas también nos han
sido dadas a nosotros, la Iglesia, porque dan cuenta de la Santidad de Dios.
Las leyes no fueron dadas
para hacerle daño al hombre sino para proteger al hombre de su propia maldad. Por
ejemplo en el caso de una mujer que fuere engañada por un hombre para tener
relaciones sexuales la ley decretaba que el hombre tenía que casarse con ella,
pagar 50 piezas de plata al padre de la joven y no tenía ninguna posibilidad de
divorciarse de ella (Deuteronomio 22: 28-29), en caso de una violación, es
decir de que un hombre forzara a una mujer a acostarse con ella la ley
dictaminaba que muriera aquel hombre (Deuteronomio 22: 25-27). Existen muchas
otras leyes que protegían a una persona y también otras dadas para cuidar del
testimonio de los que servían al Señor que en aquel tiempo, los levitas,
quienes aunque se podían casar no lo podían hacer con mujeres divorciadas o con
prostitutas (Levítico 21: 7). Lo anterior tenía como propósito defender la
pureza sexual, valorar la dignidad humana y proteger al hombre de su propio
mal.
La monogamia, la prohibición
del incesto y del homosexualismo (levítico 18), entre otras pautas son decretos
que el Señor va dejando con mayor claridad en la Ley y quienes estaban
encargados principalmente de juzgar la Ley eran los jueces, no los levitas. Los
jueces inicialmente fueron designados por Moisés (Éxodo 18: 5-25), un hombre a
quien había puesto Dios en Israel para juzgar sus leyes; es de esta manera que podemos
ver como el Señor le da autoridad al gobierno civil para oficiar el matrimonio.
El libro de Rut es un claro ejemplo de un matrimonio conforme a la voluntad de
Dios, debido a que Booz se ocupa con diligencia en hacer los papeles requeridos
para unirse a su mujer, antes de unirse a ella, no después, por lo tanto si aún
no tienes claridad frente a lo anterior te recomiendo leer con detenimiento y
la guía del Espíritu Santo el libro de Rut.
En el tiempo del nuevo
testamento no se deja a un lado lo anterior, porque el diseño original del
matrimonio aún sigue presente, así lo confirmó Jesucristo cuando dijo:
“Ellos dijeron: Moisés permitió dar carta de divorcio, y
repudiarla. Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro
corazón os escribió este mandamiento; pero al principio de la creación,
varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no
son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo
mismo, y les dijo: Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra,
comete adulterio contra ella; y si la mujer repudia a su marido y se casa
con otro, comete adulterio.”
Marcos 10: 4-12 (RVR
1960)
El mismo principio del
matrimonio como la unión que hace Dios entre un hombre y una mujer sigue
presente, ahora la cuestión que estamos abarcando es como el Señor determina
que se haga esta unión. Hemos visto a través de varios pasajes que el
matrimonio es entre un hombre y una mujer (monogamia) de manera ordenada y el
Señor ordena a sus siervos a no unirse en yugo desigual es decir con los incrédulos
(2 Corintios 6: 14), así mismo hemos visto a través de la Palabra de Dios que
el matrimonio ha sido una institución de Dios oficializada a través de los
tiempos por las personas que el Señor ha constituido como autoridad civil para
proteger y defender la ley con el propósito de cuidar a cada persona. Si en
verdad le damos vamos al matrimonio y nos sometemos a los preceptos que el
Señor ha dejado en su Palabra para el mismo, podremos comprender con mayor
claridad que el matrimonio tiene un propósito y no es la gloria del hombre sino
la gloria de Dios, como nos enseña Efesios 5: 28-33:
“Así también deben amar los maridos a sus mujeres, como
a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque
nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, así
como también Cristo a la iglesia; porque somos miembros de su cuerpo. Por
esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos
serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a
Cristo y a la iglesia. En todo caso, cada uno de vosotros ame también a su
mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.” (LBLA)
Es importante someterse a
la Ley y a las autoridades o gobernantes que Dios ha puesto (Daniel 2: 21), porque
a través de la obediencia a las mismas estamos mostrando sometimiento a Dios y
en el caso del matrimonio reflejamos una verdad espiritual sumamente grande
pues el Señor nos la ha dado como una enseñanza de unión entre Cristo y la
Iglesia, por esta razón muchos teólogos han contemplado la historia de Booz y
Rut desde una comparación con la redención de Cristo por su Iglesia.
El matrimonio es una
ordenanza sagrada que es tan importante respetar que aun el Señor la compara
como la unión entre Cristo y su Iglesia, es decir que el evangelio está muy
presente en el matrimonio, por lo tanto no debemos menospreciar el matrimonio
sino valorarlo y someternos a lo que nos enseña las Escrituras y si hemos
despreciado el diseño de Dios, a veces por ignorancia, lo mejor que podemos
hacer es arrepentirnos delante de nuestro Creador y seguir sus ordenanzas con sujeción
y humildad. Algunos dirán que solo se ha hablado del antiguo testamento para
defender la tesis de que el matrimonio
civil es instituido por Dios, pero el nuevo testamento también nos enseña
que el matrimonio civil no solo es instituido por Dios sino también celebrado
por El, para lo anterior se han expuesto los siguientes pasajes bíblicos.
“Sométase toda persona a las autoridades superiores;
porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por
Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque
los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo.
¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de
ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo,
teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador
para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle
sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la
conciencia.” Romanos 13: 1-5 (RVR 1960)
“Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de
Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fueron también invitados a las
bodas Jesús y sus discípulos.” Juan
2: 1-2 (RVR 1960)
Como los discípulos de Jesús
participaron de la boda de una pareja, así también es bueno que la Iglesia participe
de la celebración del matrimonio, por esto es que la boda o celebración del
matrimonio en la iglesia es un regocijo para todos, pero celebrar antes del
matrimonio no sería celebrar de manera ordenada, porque no se celebra un
triunfo sino cuando se ha alcanzado tal triunfo, antes sería imprudente y/o
peligroso hacerlo, como no se celebra un grado antes de graduarse, tampoco es
bueno celebrar un matrimonio si no ha habido matrimonio y como vimos a través de
esta enseñanza el matrimonio civil es la ordenanza de Dios, no por ello
ignoramos que tenemos un gobierno corrupto, como quizás lo fue en la época de
Pablo, pero no es esta una causa para rebelarnos en contra del mismo, sino que
la única causa de rebelarnos, si es que pudiéramos usar este término, contra el
gobierno humano es cuando tal gobierno quiera imponernos leyes que se oponen a
la Ley de Dios.
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