FEMINISMO
El feminismo, como su
misma palabra lo indica se refiere o hace alusión a una doctrina que gira
entorno a la mujer (fémina (mujer) ismo (doctrina)), pero ¿qué clase de
doctrina o enseñanza expone o propone? Bueno, en sí, doctrina, abarca una
construcción cultural e histórica con una gran connotación religiosa,
entendiéndose religión como una creencia espiritual subjetiva. El feminismo,
como se le conoce, surgió a partir de una serie de eventos que dieron origen a
un movimiento que luego se convertiría en una doctrina, es así que se hace
necesario mencionar algunos de estos eventos qué motivaron a muchas mujeres a
“luchar” por sus derechos.
Desde tiempos antiguos se ha hecho
evidente el maltrato psicológico y hasta físico hacia la mujer, así como la
influencia de pensamientos filosóficos que lo estimularon, podemos verlo
reflejado en grandes pensadores como Platón, quien decía que el alma del hombre esta encarcelada en el
cuerpo y luego es liberada para
reencarnarse, si un hombre es malo,
reencarnará en una mujer; Judíos de renombre como Josefo decía que “la mujer es inferior al hombre en todos sus
aspectos”; Aristóteles, considerado por muchos, el padre de la biología,
dijo que la mujer es una especie de
hombre mutilado. Estas estigmatizaciones hacia la mujer provocaron que la
misma acumulara, por años, un revoltijo de sentimientos, dolor y frustración,
que no fue sino hasta los años 1960 y 1970 que lo manifestó.
En 1789, la Revolución Industrial logró
la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, pero la mujer no
estaba incluida en esta declaración, por lo que Marie Gouze, mejor conocida
como Olympe de Gouges, filosofa y política francesa, propuso y redactó la declaración
de los derechos de la mujer y de la ciudadana (1791), aunque dos años más tarde
fue decapitada. A finales de la I Guerra Mundial, muchas mujeres alzaron su voz
para lograr obtener el derecho al voto, conocidas luego como sufragistas, dando
apertura a un conjunto de acontecimientos donde la mujer lograría su “propia libertad”.
A finales de la segunda guerra mundial, parece que el mundo ha quedado al
revés, la mujer, al frente de la economía y del cuidado de su patria, mientras
el hombre combatía, esto abriría los ojos de la mujer a su “independencia”. Es
por ello, dicen algunos, que los hombres establecieron en ese tiempo un esquema
de familia donde la mujer debía dedicarse exclusivamente a lavar, planchar,
cocinar y donde su ignorancia la hacía ser llamada “virtuosa”.
A finales de los años 1960 surgen varios
movimientos (derechos civiles para los afroestadounidenses y estudiantes,
pacifistas contra guerra de Vietnam, contraculturales como hippie) que dan pie
a que la mujer se cuestione sobre la falta de derechos de igualdad entre el
hombre y la mujer, en cuanto a lo político y su rol. Durante los años 1970 muchas
mujeres logran el acceso a puestos de poder, a la educación, a la igualdad de
salario, entre otras cosas y, aunque la participación de la misma ha sido
asombrosa, pertinente y significativa a través de la historia, no se debe
confundir lo anterior con feminismo.
Lo que conocemos hoy como feminismo,
aunque en principio pareció ser un movimiento que dio lugar al derecho al voto
de la mujer y a su restitución de identidad (cuya motivación no era inadecuada),
se puede decir que con el tiempo empezó a convertirse en una religión que poco
a poco comenzaría a desdibujar la identidad de la mujer. La religión fémina
podría ser una definición más cercana para lo que es feminismo, pero en esta
religión ya no se exalta a la mujer sino a una utopía de mujer, una que puede
ser cualquier cosa, sin unas características específicas, por lo tanto, según esta
perspectiva, “cualquiera” puede llegar a ser mujer, hasta un hombre puede
llegar a serlo, es decir, según esta filosofía “la mujer puede llegar a ser
cualquier cosa y cualquier cosa puede llegar a ser mujer”.
El movimiento o la doctrina feminista no
es pacifica, ni tampoco respetuosa, sino es más parecida al islamismo, porque su
origen es el odio. Loperfido (2020), con respecto a esta y muchas ideologías
contemporáneas dijo:
“La
violencia y el escrache terminan generando mecanismos de autocensura. En
consecuencia, las personas llegan, incluso, a inhibirse de expresar sus ideas
por miedo al escarnio que puedan sufrir por decir algo que haga enojar a alguno
de los tantos colectivos que hoy abundan. Estos grupos creen poseer la verdad
revelada y piensan que todo el que no sigue sus mandatos debe ser castigado.”[1]
La vanagloria es el fin de todo
movimiento humanista, como el feminismo, pero a la honra precede la humildad
(Prov. 15: 33). La humildad entonces está completamente ausente en el
pensamiento feminista, siendo la desgracia su principal consecuencia.
La motivación de muchas mujeres, en
primera instancia no parece ser mala, pero hay un cuestionamiento después de
haber alcanzado la igualdad. ¿Cuál es el trasfondo de las propuestas (algunas)
de la liberación de la mujer? ¿Quieren ellas llegar a ser hombres? El deseo de
poder es algo que yace en el corazón del ser humano desde siempre y se hace
visible de diferentes maneras.
La frustración de la mujer se convierte
en un arma en su contra, una vez alcanzada la igualdad, se crea una
insatisfacción y por miedo a volver al modelo anterior prefiere volverse
esquiva, lo que la lleva al extremismo. Esto lo podemos notar hoy día, en la
forma de su vestimenta, su vocabulario y negación al caballerismo de un hombre,
porque es una mujer “independiente” y decide sobre su propia vida, su cuerpo y,
por eso, tiene derecho al aborto. Pero
ignoramos la verdad y pecamos; hombre y mujer fueron creados a imagen de Dios
(Génesis 1.26-28), una imagen de igualdad que se desdibujó cuando ambos fueron
desleales a Dios. Había consecuencias “…y
tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreara de ti” y aunque la
sentencia era clara, en el A.T. NO
predomina el maltrato a la mujer, se menciona el cuidar de las viudas y se
nombran mujeres piadosas como Ana, Abigail, Noemí, Rut, Ester y Débora. Además,
se describe a la mujer virtuosa en Proverbios 31 como luchadora, trabajadora, negociante,
segura y confiada, pero lo más importante temerosa
de Dios.
Evidentemente perdimos nuestra identidad
y nos volvimos inseguras, es por eso que muchas creyeron que era necesario el
movimiento feminista. Pero es únicamente en Jesucristo que en verdad se puede
reconstruir esa imagen que nosotros mismos dañamos, esa identidad que se está
perdiendo. Él restituye la dignidad a la mujer, restaura y perdona a mujeres
adulteras, prostitutas y con mala fama y les da verdadera identidad. Pablo
también escribió “ya no hay judío ni
griego; no hay esclavo ni libre; no hay
varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal.
3: 28).
La corriente feminista es día a día más
fuerte en muchos países, en su propia debilidad, porque es debilidad, en vez de
virtud y fortaleza lo que alienta a esta alma rota. La cuestión y no aceptación
frente al diseño original de Dios han promovido ideologías como la que Simone
de Beauvoir promovió, como afirmó Nuria Varela (2013) al detallar el impacto
del pensamiento de esta mujer:
“Desde Poulain
de la Barre hasta Wollstonecraft o Harriet Taylor ya
habían hecho hincapié en que no hay nada biológico que justifique la
discriminación de las mujeres y que una cosa era el sexo –diferencias
biológicas– y otra lo que la cultura decía que tenían que ser y cómo
comportarse un hombre y una mujer. Ninguno lo había expuesto de manera tan
profunda, sencilla y resumida como lo haría Beauvoir: “No se nace mujer,
se llega a serlo”. La filósofa insiste en separar naturaleza de cultura y
profundiza en la idea de que el género es una construcción social –aunque ella
aún no utilice la palabra género–.”[2]
La filosofa y compañera intima de Sartre,
llamado el padre del existencialismo, presentó una concepción que
verdaderamente no es ni profunda ni honesta, sino vana y mentirosa, porque
mujer no se hace sino se nace, aunque ni ella piense de sí misma que es mujer,
lo mismo que el hombre. Pero como el feminismo es la moda de la posmodernidad,
entonces ya no importa lo que la ciencia diga, ni siquiera lo que la misma razón
enseña, porque lo único que interesa es estar por encima de los demás,
siguiendo a la mayoría. Así lo demuestra la historia en países como España que
sin vergüenza promueven la dictadura que desea el feminismo, tal y como Lorenzo
(2006) lo afirmó
“En
1898, la republicana y masona Amalia Carvia escribe en el semanario
madrileño Las dominicales del libre pensamiento: «si esta empresa
acometida por nosotras llega a ser mañana coronada por el triunfo y el
movimiento feminista de España pone a nuestra patria a la altura de los más
civilizados países...».”[3]
El lenguaje inclusivo, en esta época, es
una perversión del feminismo porque la inclusión y el lenguaje inclusivo,
originalmente, fue construido bajo unas nociones claras hacia las personas con
discapacidad y hacia los diferentes grupos étnicos, al igual que la diversidad,
pero ahora inclusión es aceptar una moralidad ambigua en donde no es bueno que
un hombre sea un hombre ni una mujer una mujer, ni mucho menos se respeta el
cuerpo, sino se denigra, a tal grado de prostitución que ni la identidad ni
mucho menos la honra a Dios existen.
Lean claramente la perversión que algunos
medios promueven, como el Mundo Today promociona, con una expresión de alegría:
“¡Por fin! ‘Mi Lucha’ de Adolf Hitler ya
tiene su adaptación con perspectiva de género, ¡y ahora además fomenta el
respeto a los animales!”[4]
. Esto es una completa absurdez, se preocupan más por los animales que por
sus mismos semejantes, el feminismo ha pasado de ser una religión a ser un
movimiento nazi que busca el exterminio del hombre, la mujer judía y todo quien
no apoye su idea de moralidad, porque el odio es el verdadero sentido moral de
todo lo que creen.
Un hombre no puede hablar en contra del
feminismo con la misma recepción que lo podría hacer una mujer, por lo tanto,
la invitación a las mujeres es a hablar con claridad sobre lo horrible que es
el feminismo para su propia vida, al igual que los hombres deben expresar lo
detestable que es el machismo para sus propias vidas, porque ni el uno ni lo
otro provienen de Dios sino son doctrinas de hombres y construcciones
culturales que de nada han servido a la convivencia humana.
Hemos confundido igualdad con el ser
idénticos, cuando en realidad a simple vista se hacen claras las diferencias
entre hombres y mujeres. Las mujeres están hechas para ser tratadas como vaso
más frágil, por más rudas que nos veamos por fuera, nos gusta la
caballerosidad, la atención, el sentirnos amadas y protegidas, y eso no
significa que seamos inferiores. Somos exquisitamente diferentes, autores como George
F. Gilder (1973), en su libro suicidio
sexual subraya la importancia de estas diferencias citando a Margaret Mead “si una sociedad humana (…) ha de
sobrevivir, las pautas de funcionamiento social deben estar en conformidad con
las diferencias entre sexos, pues las diferencias entre sexos constituye el
hecho más importante de la sociedad humana” (p.63) [5] en
pocas palabras, sin estas diferencias, la humanidad estaría extinta.
El hombre necesita de la mujer (Gen 2.18)
pero la mujer también del hombre, y aún más importante, la humanidad necesita a
Dios, porque nuestra plenitud está resuelta solamente en CRISTO.
[1] Loperfido, D. (2020). El caso
Jimena Baron y la desnaturalización del feminismo. Recuperado de https://www.infobae.com/opinion/2020/02/16/el-caso-jimena-baron-y-la-desnaturalizacion-del-feminismo/ el 19 de Marzo de 2020.
[2]Varela, N. (2013). Simone de Beauvoir: no
se nace mujer, se llega a serlo. Recuperado de
http://nuriavarela.com/simone-de-beauvoir-no-se-nace-mujer-se-llega-a-serlo/ el 19 de Marzo de 2020.
[3] Lorenzo, J. (2006). Feminismo
¿desde cuándo? Recuperado de https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/marzo_06/08032006_01.htm el 19 de Marzo de 2020
[4] El Mundo Today. Este aliado feminista ha
traducido “mi lucha” de Adolf Hitler al lenguaje inclusivo y nos encanta.
Recuperado de https://www.elmundotoday.com/2018/11/este-aliado-feminista-ha-traducido-mi-lucha-de-adolf-hitler-al-lenguaje-inclusivo-y-nos-encanta/ el 19 de marzo de 2020.
[5] George F.
Gilder (1973). Sexual Suicide. p.63.
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