LA LUCHA POR EL AUTOCONTROL
Las nuevas ciencias,
como la psicología, han tratado este tema como fundamento de su profesión, al
igual que religiones como el budismo, con prácticas espiritistas. Y aunque pareciere
ser un tema en común, no se trata de la misma manera que como nos lo enseña la
Biblia.
Muchos niegan ese
sufrimiento que se tiene que soportar en la lucha por el autocontrol para agradar
a Dios, pero es importante que lo reconozcamos, porque de no hacerlo no
lucharemos legítimamente.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” 2
Timoteo 1: 7 (LBLA)
La venida de
Jesucristo no fue en vano, como tampoco lo fue su muerte, sepultura y resurrección,
porque Él nos dejó su Paz a través de esa nueva vida que solo en Él se puede
obtener. Por lo tanto, tenemos una carrera que andar, el ministerio que hemos
recibido del Señor, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
“Pues no habéis recibido un espíritu de
esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu
de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” Romanos
8: 15 (LBLA)
Sin un propósito claro
en nuestra vida, sin el temor del Señor y si dejamos de cultivar nuestra relación
con Dios, por medio de la oración, entonces ya hemos fracaso en la lucha por el
autocontrol. Es necesario que disfrutemos de las bendiciones del Señor. El
dominio propio es un gran regalo que Dios nos ha dado, para que podamos, con
plena libertad, decir NO a todo aquello que a Dios no le agrada.
Jesucristo vino a
librarnos de la muerte, de la esclavitud, del miedo que nos hacía esclavos,
para darnos amor, pues “en el amor no hay
temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra
castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor” (1 Juan 4: 18).