LA INCONGRUENCIA DE UNA VIDA LIBERAL Y UNA TEORÍA CONSERVADORA
Es bastante común en seminarios e
iglesias conservadoras encontrar personas que en su conocimiento se muestran moderadas,
protectoras de la verdad, teólogos fieles y eruditos, pero en su vida hacen lo
contrario, viven como el mundo. No es una sorpresa encontrar esta
incongruencia, pero sigue siendo una triste realidad que debe ser rechazada por
la sana doctrina, porque una sana doctrina no es simplemente procurar tener
unos buenos domingos sino es proponerse como iglesia que cada miembro se
presente delante de Dios como obrero aprobado que sabe usar bien la Palabra de
Verdad, no para discutir, sino primeramente para entenderla, amarla y vivirla.
El común denominador de una vida
incongruente y fragmentada es el orgullo, es tan grande la soberbia que no
puede reconocer su pecado, aunque fácilmente si lo hace en los demás, critica
lo que hace el otro de manera constante y no permite que la iglesia avance,
porque en vez de ser un apoyo termina siendo una piedra en el tropiezo de la
misma, generando confusiones y disensiones sin sentido.
Las discusiones teológicas y
verdaderamente profundas no se encuentran en formalidades superficiales,
apariencias externas sino deben ser del corazón, porque es de él que todo lo
demás en el ser humano se desarrolla. El corazón es el alma del ser humano que
debe ser expuesta de manera constante a las Sagradas Escrituras para ser
transformada con la verdad que hace de una vida incongruente una verdaderamente
integral.
La integridad que produce las
Escrituras es posible en aquellos que creen en Jesucristo, porque es únicamente
en Jesucristo que la fracturación del ser humano que lo ha dividido en partes
muertas se une en un solo ser y tienen vida para poder exaltar el maravilloso nombre
de Dios conforme a la enseñanza de Su Palabra.
La oración es un elemento que Dios en
su gracia nos ha dado para que podamos ser coherentes entre lo que aprendemos y
lo que hacemos, es el pegamento de la sana doctrina en teoría y práctica, por
lo tanto oremos constantemente.
“Tus puntos de vista doctrinales pueden
ser correctos. Tu amor por el protestantismo puede ser cálido e inconfundible.
Pero aun asi, esto puede no ser más que conocimiento intelectual y un espíritu
dividido. Queremos saber si en realidad estas familiarizado con el trono de la
gracia y si puedes hablar con Dios, asi como hablar de Dios. ¿Quieres saber si
eres un verdadero cristiano? Entonces asegúrate de responder mi pregunta, que es
de primera importancia: ¿Oras? (…) Saulo, no tengo dudas, pronunció muchas
largas oraciones antes que el Señor le encontrase en el camino a Damasco. Pero
no fue hasta que su corazón fue quebrantado que el Señor dijo: “Él ora” (Hch.
9: 11)[1]
Bien enseñó el ministro Ryle que la oración
es una evidencia clara de nuestra fe salvífica, pero tambien es necesaria en
nuestra santificación diaria, por eso no debemos dejar de orar nunca, como este
ministro dijo: “la oración consumirá al pecado o el pecado ahogará la oración”[2]
“Perseverad
en la oración, velando en ella con acción de gracias” Colosenses 4: 2 (LBLA)
[1] J.C. Ryle. Un llamado a la oración (Pensacola:
FL, Chapel Library, 2020), 7-8
[2] J.C. Ryle. Un llamado a la oración, 9
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