¿CÓMO VENCER AL PECADO?


El pecado es un criminal astuto, un mal acompañante que crece en nuestro corazón, un enemigo interno que ha sido derrotado en la cruz del calvario, ha sido crucificado, pero aún no ha sido destruido por completo, aunque no gobierna la vida del cristiano es un crucificado que busca ser alimentado pero que es necesario no prestarle atención, no dejarse llevar por su seducción, ni mucho menos razonar con él, porque en su razón solo habita la destrucción, la maldad y la violencia aunque busque disfrazarse de una falsa belleza. Los que han caído en su engaño testifican de su perversidad, aun aquellos que siguen esclavos de sus falsedades.

La palabra pecado en sus originales griegos y hebreo se refieren a errar al blanco, desviarse del camino o tomar un camino equivocado, pero en el contexto bíblico tiene un significado mucho más profundo, porque no solamente consiste en la transgresión que hace el ser humano de la Ley de Dios sino expresa el corazón mismo del ser humano (Santiago 4: 1; Mateo 15: 19) desde que los primeros hombres, Adán y Eva, abrieron las puertas que dieron la entrada al pecado. Para comprender un poco mejor lo que significa el pecado veamos la siguiente ilustración.

Imagínate que creaste un auto volador, lo diseñaste con un propósito claro que fue evitar trancones que se dan en las calles, para llegar más rápido a un lugar con un uso prioritario en ambulancias que llevan a un herido en un accidente al hospital, pero este tipo de auto se rebela contra ti, ya no le gusta hacer nada de eso, empieza a diseñar su propio propósito, quiere dejar de ser un medio para llevar a personas para buscar ser una máquina que nade bajo el agua, ¿Qué crees que pasara con el auto? Muy probablemente morirá en su primer intento, porque no tiene lo suficiente para resistir el agua, ya que no fue creada para ese propósito. Así mismo ocurre con el pecado. En el capítulo 1 del libro titulado La Santidad escrito por el pastor y escrito cristiano J.C. Ryle (1879) dice,

“La simple verdad es que el correcto entendimiento del pecado descansa en las raíces de la cristiandad salvada.  Sin él, las doctrinas de la justificación, conversión, santificación, son palabras y nombres que no conducen a ninguna significancia mental.  La primera cosa que hace Dios cuando El hace de alguien una nueva criatura en Cristo, es poner luz dentro de su corazón y mostrarle que él es un pecador culpable.”

La carta a los Romanos nos enseña con claridad tres doctrinas que es necesario que conozcamos: la doctrina del pecado original (Adán abrió la puerta del  pecado y el pecado a la muerte), la doctrina de la depravación total (por el pecado original toda la humanidad nace en pecado y en completa depravación) y la doctrina de la culpa universal (todos y cada uno de nosotros somos responsables de nuestro pecado y de nuestra condenación). Lo anterior nos enseña que el conocimiento correcto que una iglesia tenga del pecado es reflejo de una sana doctrina en la misma.

La humanidad no fue creada para el pecado, porque no fue el propósito en el que fuimos creados, pero todos estamos bajo las garras del pecado. Romanos 3:1-20 dice:

“¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios. ¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito:

Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado.

Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador? ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes?

¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito:

No hay justo, ni aun uno;

No hay quien entienda,

No hay quien busque a Dios.

Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;

No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

Sepulcro abierto es su garganta;

Con su lengua engañan.

Veneno de áspides hay debajo de sus labios;

Su boca está llena de maldición y de amargura.

Sus pies se apresuran para derramar sangre;

Quebranto y desventura hay en sus caminos;

Y no conocieron camino de paz.

No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”

Al pueblo de Israel les fue confiada la Palabra de Dios y no significa que la incredulidad de muchos de ellos hiciera que Dios fuera infiel a sus promesas, ni que nosotros seamos mejores que ellos, pero tampoco significa como enseñan algunas sectas que entonces hagamos males para que vengan los bienes del Señor, sino que lo que significa es que todos, tanto personas de Israel como venezolanos, colombianos, aun aquellos que nacimos en un hogar cristiano o estudiamos en un colegio cristiano, todos, de cualquier parte del mundo, estamos bajo el pecado, en sentencia de muerte, y la Ley de Dios así lo expone. Dejemos que la Ley lo demuestre a través de las siguientes preguntas:

1.  ¿Alguna vez has tomado el nombre de Dios en vano? (Génesis 20: 7)

2.  ¿Has deshonrado a tus padres? (Éxodo 20:12)

3.  ¿Has matado? (Éxodo 20: 13)

4.  ¿Has cometido adulterio? (Éxodo 20:14)

5.  ¿Has robado? (Éxodo 20: 15)

Las preguntas pueden ser muchas más, que aun la misma conciencia hace, como: ¿has abortado?, ¿has tenido alguna relación homosexual?, ¿has visto pornografía? Es necesario que comprendamos, todos los seres humanos que Dios juzgara al mundo por su pecado y que todos hemos pecado. Nadie puede excusarse, aunque crea que sí. Hagamos otra pregunta ¿alguna vez has mentido en tu vida por lo menos una vez? Si alguna vez has mentido como seguramente lo has hecho entonces tu juicio no es verdadero, entonces ¿Por qué confiar en tu propia justicia?

“Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.”

Marcos 10: 18-22 (RVR 1960)

Quizás, como el joven rico, digas que has guardado y obedecido todos los mandamientos de Dios, pero ¿es verdad o es un engaño que le has dicho aun a tu propia conciencia?

“De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.” Mateo 5: 19 (RVR 1960)

Para nosotros hay pecados pequeños, medianos y grandes según sea nuestro propio y engañoso juicio moral, medido por la cultura en la que nos encontremos, pero delante de Dios todos los pecados son igual de grandes y terribles.

“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” Santiago 2: 10 (RVR 1960)

 “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” Mateo 5: 28 (RVR 1960)

“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Mateo 5: 22-24 (RVR 1960)

El pecado está en el interior del ser humano, en su mente. Agustín de Hipona en su libro Confesiones (397-398) escribió un recuerdo de su adolescencia:

“Cierto es que tu ley castiga el robo, Señor y la ley es escrita en los corazones de los seres humanos (…) Y yo quise cometer un robo, y lo hice sin ser apremiado por carencia alguna, sino por flaqueza y desagrado de justicia y por gordura de maldad, pues robé lo que me sobraba en abundancia y calidad, y no quería disfrutar del objeto que buscaba en el robo, sino del robo mismo y del pecado” (p. 168)

Agustín, un teólogo bíblico del siglo IV relata en su propia experiencia el obrar del pecado el cual nace en el corazón humano. Al pecado no le interesa lo que hace el hombre, ni sus proyectos, ni anhelos, ni gustos, ni nada de eso, solo le interesa una cosa y es ir en contra de la Palabra de Dios, en contra de las virtudes de Dios, y usara lo que encuentre a su alcance, como son los sueños, aspiraciones, retos, frustraciones o deseos que tengas. Si el Señor hubiera dicho a Adán y Eva que no se subieran en los árboles, de seguro que el pecado y satanás como equipo trabajarían para llevar al hombre a hacer eso, porque al pecado solo le interesa una cosa y es hacer lo contrario a lo que Dios dice.

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17: 9 (RVR 1960)

El pecado nace en las profundidades del corazón humano, pero nada puede hacer ni ha podido hacer el ser humano para destruirlo. Antes, por el contrario, lo ha consentido de tal manera que ha aprendido a convivir con él. Tú no puedes, ni yo, ni nada que haya nacido con una naturaleza pecaminosa destruir el pecado. El pecado es una cosa mucho más profundo de lo que creíamos, no es algo tan superficial, de solo un mal obrar, porque se encuentra en el corazón humano y es tan infinitamente terrible que solo el infinito Dios podía derrotarlo y la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo, se ofreció a sí mismo para destruirlo en su muerte, sepultura y resurrección.

Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Marcos 10: 45 (RVR 1960)

“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16: 33 (RVR 1960)

“Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándole en un madero. A este levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de los muertos. Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.” Hechos 10: 39-43 (RVR 1960)

“Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos. Porque convenía que tuviéramos tal Sumo Sacerdote: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos, que no necesita, como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente, primero por sus propios pecados y después por los pecados del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, cuando se ofreció a sí mismo.” Hebreos 7: 25-27 (LBLA)

Cuando reconoces que el pecado está en ti, que eres un pecador, y con arrepentimiento por tu pecado te acercas a Dios por medio de Jesucristo, es posible que vayas donde el homosexual, la prostituta y puedas mirarlo a los ojos para compartir de lo que por gracia has recibido: el evangelio, porque evangelizar es como alguna vez alguien dijo “un mendigo que ha encontrado pan diciéndole a otro mendigo en donde lo puede encontrar” y Jesús es el pan de vida (Juan 6: 25).

El pecado ha sido derrotado, pero aún seguimos en un cuerpo de muerte, por lo que no estamos completamente sin pecado sino aún sigue en nosotros, por lo que debemos luchar en contra de este todos los días en la esperanza de un nuevo cuerpo sin pecado.

“…porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.” Romanos 8: 21-23 (RVR 1960)

El problema central del hombre no es que no se acepte a sí mismo sino es el pecado y es por el pecado que no se acepta a sí mismo y busca crear su propia identidad. El problema no es la identidad sino el pecado y por esa razón es que no sabe quién es. El pecado ha hecho que el mismo ser humano haya perdido la cordura, por lo tanto, más urgente que la educación, nuestra sociedad necesita redención, necesita a Jesucristo, el Señor. Ahora, pregunto, ¿hay esperanza para un hombre pecador? ¿Hay esperanza para un homosexual? ¿para una prostituta? ¿para una lesbiana? ¿para una anoréxica? ¿para un adicto? ¿Para un borracho?

Si y la esperanza es Cristo, cuando la persona, sea quien sea, se humilla ante Dios, como lo hizo el publicano en la siguiente parábola que le dice Jesucristo a todos aquellos que se creen mejor que otros:

“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” Lucas 18: 9-14 (RVR 1960)

Un conocimiento correcto del pecado enseña o da cuenta de la sana doctrina, todos estamos en pecado, pero como cristianos no debemos caracterizarnos por una vida de pecado, porque el pecado ya no es nuestro amo, por lo que si el pecado sigue siendo tu constante vivir y no te carga, entonces cuestiona tu nuevo nacimiento. Así mismo es importante resaltar que no somos inmunes para no pecar, sino que podemos caer, no solo en pecado de comisión sino también de omisión, como el de la gran comisión, un mandato que Dios ha dejado a su Iglesia.

Consideremos nuestro llamado, el cual es mandamiento de Dios, de tal manera que procuremos con diligencia obedecerlo como Iglesia aunque nuestra fidelidad a Dios demande persecución del sistema, porque es mejor sufrir por no pecar que sufrir por pecar, porque no pecar no merece sufrimiento y un sufrimiento no merecido es emancipador y liberador a la vez.

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.” Mateo 5: 10 (RVR 1960)

Pero para discipular a otros como nos enseña Mateo 28: 19-20 es necesario ser discipulados, porque si queremos que el mundo conozca a Cristo, es necesario que nosotros lo conozcamos, por lo que para predicar de la fe en Cristo es necesario tener fe en Cristo. Una frase que me quedo sonando de un campamento misionero de nuevas tribus de hace un par de años decía “conocer a Cristo y darlo a conocer” enseña claramente lo que es la voluntad de Dios para con su iglesia en esta tierra, conocer a Cristo en su Palabra, por medio de un discipulado continuo, para darlo a conocer a otros, priorizando a las naciones que no le han escuchado, por medio de un discipulado cimentado en la Biblia con el único propósito de que Dios sea glorificado.

Como cristianos tenemos que prepararnos, crecer en la gracia, caminar hacia delante en el sendero de la santificación, para que con seguridad y sinceridad podamos responder a las siguientes preguntas:

-         ¿Quieres ir al cielo? ¿por qué?

-         ¿Por qué no quiero ser condenado?

-         ¿Por qué quiero estar en la eternidad con Dios?

-         ¿Por qué no quiero pecar?

Si tuvieras el poder de no tener pecado, de no tener sufrimiento, de disfrutar de una vida aparentemente agradable para siempre, pero sin Dios, ¿te gustaría ir allá? Si tu corazón está inclinado a las bendiciones de Dios más que a Dios hay algo que tu corazón está revelando y es el lugar en el que se encuentra.

“He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” Job 13: 15 (RVR 1960)

“Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.” Habacuc 3: 17-18 (RVR 1960)

Honra a Dios, honra su Palabra más que cualquier cosa y de seguro que recibirás honra de Dios, pero honra otras cosas y humillación recibirás, recuerda que el evangelio no se centra en lo que tú quieres sino en Dios, su Palabra y su voluntad. Nunca el evangelio se ha centrado en el hombre sino en Dios, nunca la Biblia ha tenido al hombre como tema central sino a Dios, ni nunca ha sido el propósito de la creación su propia gloria sino la gloria de Dios, entonces ¿Por qué no vivimos conforme al diseño en el que fuimos creados? Por el pecado y la única manera de que podamos vencer al pecado es reconociendo que no podemos vencerlo en nosotros mismos, sino solo en Cristo, porque ha sido El, solo El quien lo ha vencido, y lo destruyó por completo en su muerte, sepultura y resurrección.

“El propósito de nuestra salvación es llevarnos a un lugar donde adoremos a Dios y lo honremos como Dios”  R.C. Sproul

El pecado es violento, corrupto, destructor, engañoso, sus características solo tienen que hacernos alejar de él, pero no es fácil, es una lucha fuerte y constante contra este gran mal que habita en nosotros y para ponerlo más difícil tiene un aliado llamado satanás, el cual quiere que dejes de hacer lo que es mejor, porque quiere destruir a la humanidad, pero no debemos escucharlo, ni permitirle hablar, dejemos por lo tanto la pereza y busquemos compartir el mensaje de Cristo hasta lo último de la tierra. El peor pecado no es el pecado de comisión sino de omisión, porque omitir hacer lo que Dios nos ha mandado causa mayor enfriamiento, es como cuando alguien está sangrando, pero ni se ha dado cuenta, hombres de Dios como Abraham, David y Moisés pecaron, hicieron lo malo, pero no se quedaron allí, en el no hacer nada, para evitar hacer el mal, sino al contrario, buscaron reemplazar el mal por el bien. Dejaron de pensar en sí mismo para pensar en glorificar a Dios, dejaron su propia satisfacción para pensar en los menesterosos, abatidos, olvidados, los huérfanos, las viudas, las personas con discapacidad. No para decirles pobrecitos sino para enseñarles una esperanza mayor y mejor. La esperanza en Cristo Jesús. Piensa en la cosa más vergonzoso que hallas hecho, ese pecado el Señor ya lo pago por ti, si en verdad eres cristiano.

Ahora, no pensemos en la vida cristiana como una vida de tristeza o deprimente donde todos los días tenemos que practicar el ascetismo. Cuidado con esta doctrina que enseña a abstenernos de todo tipo de placer, como ir a la playa, jugar básquet, etc. Esta falsa doctrina no contempla las maravillas de Dios, su creación, sino busca que el ser humano sea privado de todo tipo de disfrute para supuestamente ser más piadoso, es una mentira que debilitando el cuerpo nuestra alma será más fortalecida y eso nos va a hacer ganar el favor de Dios. Si seguimos creyendo que el ayuno es aguantar de hambre para ser más piadosos, o que irnos a una montaña nos va a hacer mejores que otros, no hemos comprendido bien el evangelio.

“Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” Colosenses 2: 20-23 (RVR 1960)

No está mal jugar básquet, ir al gimnasio, como tampoco está bien verlo como una solución a nuestro problema de pecado, porque la única respuesta es Cristo. El ascetismo, ni ningún tipo de religiosidad o práctica humana sirven en la lucha contra el pecado y la carne, solamente el evangelio.

"Estoy agradecida por mi tetraplejia. Es el moretón de una bendición. Un regalo envuelto de color negro. Es la compañía sombría que camina a mi lado cada día, que me lanza y me arrastra a los brazos de mi Salvador. Y allí es donde está el gozo" Joni Eareckson Tada

Somos pecadores olvidadizos que necesitamos recordar todos los días a Cristo y su obra en nosotros para poder disfrutarle. Necesitamos como cristianos pasar más tiempo con Dios que con los demás, más tiempo en su Palabra escuchándole, ocupando nuestra mente y obras en el bien para vencer al mal, vistiéndonos día y noche de la armadura de luz, porque solo vistiéndonos de Cristo podremos vencer al Pecado, pues solo Él pudo derrotarlo (Romanos 13: 14).

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