LA BATALLA INTERNA
La batalla interna que un creyente libra a
diario es muy pesada, deprimente y desgastante cuando se da en sus propias
fuerzas, es decir cuando no se hace lo que Dios quiere sino lo que uno quiere,
porque se nos olvida que no estamos para servirnos sino para servir al que
compró con su sangre nuestra vida, entonces recordemos quien nos libró y para
que, porque no somos libres para hacer lo que nosotros queremos en nuestra
vanidad sino para hacer lo que Dios quiere que hagamos que es verdadera
libertad.
Nuestro enemigo busca constantemente vernos
destrozados, vueltos una nada, en la ruina total, por eso nos seduce con su
falsedad de belleza, así como hacían las sirenas en las leyendas de Homero,
para que cayendo en su engaño seamos derrotados, por lo tanto tengamos mucho
cuidado porque el enemigo más peligroso es aquel que parece ser el más
amistoso, su engaño es sutil y letal al mismo tiempo, es similar al del cazador
con la gacela, la busca atrapar constantemente por medio de trampas, y así como
la gacela debe huir con todas sus fuerzas de las garras de su enemigo así mismo
nosotros debemos enfrentar al tentador, huyendo con todas nuestras fuerzas de
sus garras y teniendo cuidado de sus trampas:
“escápate
como gacela de la mano del cazador, y como ave de la mano del que arma lazos.”
Proverbios 6: 5 (RVR 1960)
La mejor manera de huir es huyendo, es
decir que para huir no hay que sino huir, no hay que pensarlo tanto, ni
siquiera creer que podremos enfrentar la trampa sin ser destruidos, porque
siempre habrán heridas después de la caída. Y si caímos busquemos en Dios, por
medio del arrepentimiento, la oración y la Palabra, ser levantados con poder y
fuerza para avanzar en medio del fracaso.
No es fácil de relacionar la naturaleza
humana y el amor de Dios, porque la constante caída humana debería ser razón
suficiente para que Dios no nos amara más, pero el amor de Dios es tan grande
que salió a nuestro encuentro para restaurar nuestra condición y llevarnos a
servirle con un nuevo corazón, pero ¿Cómo un ser inservible puede ser útil para
Dios? No es posible entender con nuestra mente tan limitada, pero su gracia ha
sido buena para nosotros, por lo tanto agradezcamos a Dios constantemente por
su amor y fidelidad a nuestra vida aun cuando muchas veces pecamos contra El
aun siendo cristianos.
“Pero
Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros.” Romanos 5: 8 (LBLA)
Es asombroso y maravilloso su amor, mucho
más que toda su creación, porque su amor ha sido expresado de una manera extremadamente
majestuosa en nosotros que a nosotros,
unos viles pecadores que solo hemos hecho lo malo delante de Él, merecedores
del infierno y de todo sufrimiento, corrompidos hasta lo más profundo de
nuestro ser, nos ha dado lo contrario a lo que merecemos, y nos ha dado ese
infinito regalo por medio de Jesucristo, no nos ve a nosotros sino a Jesucristo
en nosotros, eso es una gran noticia, por su gracia nos ha redimido, restaurado
y santificado, pero no a todos sino a los que ha querido.
“Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del
que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.”
Romanos 9: 15 (RVR 1960)
Esta maravillosa gracia también nos enseña
que todo el que va a Jesucristo no es echado afuera, así lo dijo Jesucristo “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y
al que a mí viene, no le echo fuera.” Juan 6: 37 (RVR 1960). Es tan inmenso
Su Amor que ningún pecado por más grande que fuera alcanza la anchura de Su
Gracia.
“Y
la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado
abundó, sobreabundó la gracia” Romanos 5: 20 (LBLA)
No hay comparación entre la gracia y
nuestra lucha interna, de esta manera lo expresó Pablo desde su propia
experiencia:
“Y
me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que
repose sobre mí el poder de Cristo.” 2 Corintios 12: 9 (RVR
1960)
Dejemos de aparentar que todo está bien cuando muchas veces estamos mal, pero tampoco nos quedemos con lo malo sino en medio de nuestra debilidad y lucha interna reconozcamos que la gracia de Dios es suficiente fortaleza para enfrentar cada lucha interna y aferrémonos con todas nuestras fuerzas en la gracia de Dios y así también huyamos con todas nuestras fuerzas de las garras del enemigo.
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