¡DE HECHO Y EN VERDAD!


Nuestras computadoras y televisores han sido llenas de métodos de seducción, de maneras de buscar amor y de otras absurdeces semejantes, pues lo que ha propuesto este sistema, en referencia al amor, es que con las palabras se puede conseguir y demostrar, pero eso no es verdad.
Lo que sale de nuestra boca es importante, porque con nuestra lengua podemos bendecir o maldecir a nuestro hermano, pero los hechos siempre serán más transcendentales que las palabras. En un hogar ya constituido es bastante claro para el hombre que los hechos pesan más que los discursos, porque el pañal de un bebe no aparece con solo decirlo, sino hay que trabajar para obtenerlo, y el marido demuestra su amor hacia su mujer trabajando con alegría para ella y para sus hijos. Ese es el amor de hecho y en verdad que nos enseña la Biblia.
“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” 1 Juan 3: 18 (RVR 1960)
Si vemos que nuestro hermano está pasando necesidades y, teniendo la manera de ayudarle, cerramos contra el nuestro corazón, entonces solo somos charlatanes que decimos amar, pero no sabemos el significado del amor. El amor no se demuestra con solo palabras, porque estas se las lleva el viento, sino en el estar con la persona afrontando sus necesidades, porque amar significa estar en el lugar de la otra persona, como si uno fuera esa persona, a fin de ser un apoyo en su vida. Las personas que están enfermas necesitan ser visitadas, los que están con muchas deudas necesitan pagarlas, quienes no tienen comida necesitan de su sustento, por lo tanto, si tienes da. Siempre vamos a tener algo, así sea un simple abrazo, pero, si teniendo, rehusamos dar, entonces el amor de Dios no está en nosotros.
Nosotros hemos recibido de Dios todo lo que tenemos, por lo tanto, somos administradores y no dueños de nuestras posesiones. Eso significa que tenemos que orar constantemente al Señor para que nos dirija a administrar bien lo que es de Él. Eso es amar a Dios de hecho y en verdad, dándole la gloria que merece y guardando sus mandamientos. Es esencial amar, pues amando, como dicen algunas personas, venceremos, venceremos a satanas, al egoísmo, al pecado, a la soberbia y al sistema.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1 Juan 3: 1-3 (RVR 1960)

El único amor que podemos dar es el que hemos recibido de Dios, mediante su sacrificio en lugar nuestro. Es este el único amor que permanece en la eternidad, por lo tanto, recibámoslo, cuidémoslo y cultivémoslo día a día en nuestra relación con el Señor.


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