LA ANTIGUA HEREJÍA DEL EBIONISMO
Se cree que el Islam tuvo una gran influencia del ebionismo, una falsa doctrina que surgió en los primeros siglos dentro de algunas iglesias. Las herejías que se dieron fuera de la Iglesia no afectaron tanto como las que surgieron dentro de la Iglesia, una de ellas fue la del ebionismo, una herencia de los judaizantes que se preocupaban ante todo de guardar con extrema observancia la Ley. Según el profesor de historia Howard F. Vos,
Para ellos Cristo fue extraordinario en su observancia
de la Ley, y fue recompensado por su piedad legal con ser hecho el Mesías.[1]
La creencia que ellos tenían de Jesús no es la misma
que enseñan las Escrituras, puesto que lo veían como un hombre piadoso que debía
ser imitado en su conducta, pero no lo reconocieron como Dios y Salvador del
ser humano, por lo que lo rechazaron. Algunos padres de la Iglesia escribieron
que el evangelio Según Juan fue escrito por el apóstol para contradecir a los ebionistas
y confirmar a la Iglesia en doctrina verdadera, y es que en todas las
Escrituras la referencia a Jesucristo es relevante, de tal manera que no solo
se enseña que fue un buen hombre sino Dios mismo que vendría y vino a la
tierra. Sobre este asunto el teólogo Carl R. Trueman, escribió,
Ningún sermón digno del calificativo de cristiano
puede dejar de referirse a Jesús, ya sea que el pasaje escogido sea del Antiguo
o del Nuevo Testamento. Los sermones centrados en Dios deben ser, por
definición, cristocéntricos para poder encerrar la más mínima gota de gracia.[2]
Es, por lo tanto, necesario animar a la iglesia en la
sana doctrina, así como en su cuidado integral, pero sin caer en los extremos
legalistas del ebionismo, reconociendo que solo por Gracia y solo en Cristo es
que hemos sido aceptados por Dios. De la misma manera la historia de la Iglesia
nos debe enseñar a ser corregibles, es decir a estar dispuestos a cambiar
nuestra postura, pensamiento o creencia siempre y cuando esta se encuentre
contraria a las enseñanzas de las Escrituras, reconociendo que el evangelio se
puede pervertir no solo quitando puntos del mismo, sino también agregándole otros
que no existen.
Muchas naciones, imperios y emperadores buscaron la
destrucción de la Iglesia, similar a lo que ocurrió con Israel, pero a través de
los años el Señor sostuvo a Su Iglesia y lo sigue haciendo, porque Él dijo “las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mat. 16: 18).
[1] Howard F. Vos, Breve historia de la
iglesia cristiana, trad. de Juan Escobar Peña y Santiago Escuain (Grand Rapids,
MI: Portavoz, 1984), 35-36
[2] Carl R. Trueman, La Reforma y su
relevancia hoy, trad. de Juan Sánchez Araujo (Ciudad Real, España: Peregrino,
2000), 30
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