HEREJÍAS DESTRUCTORAS

“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.” 2 Pedro 2: 1 (RVR 1960)

El apóstol Pedro, como lo hicieron los demás apóstoles, advirtieron a la Iglesia sobre los falsos maestros que buscarían introducir herejías destructoras, por lo que las primeras herejías tuvieron que ser expuestas por los apóstoles y se van a ver necesarias refutar para no prestar atención. Como hicieron los apóstoles, posteriormente otros siervos del Señor procuraron exponer afirmaciones y pensamientos de los judaizantes y los ebionitas. Los ebionitas afirmaban que Jesucristo solo era un hombre con la misión de la obediencia a la Ley, esto era un tipo de cristianismo judaizante, el cual también influenció el pensamiento islámico.

La importancia de esta secta es mayor de lo que podría pensarse a partir de los escasos datos que poseemos, pues, al parecer el profeta Mohamed, fundador del islam, recibió su influencia.[1]

La otra herejía de estos primeros siglos que la Iglesia tuvo que enfrentar fue el gnosticismo que decía que una iluminación mística podía liberar al alma de su prisión material. Ellos afirmaban lo anterior bajo la especulación helenista. Los cristianos no vieron en el gnosticismo una forma de su fe sino una oposición que decían mentiras tales como que Jesús tuvo como misión traer la gnosis que haría libre al ser humano de lo material. Ireneo se opuso fervientemente a ellos, los cuales tenían varias tendencias y buscaban confundir al cristianismo. En tiempos cercanos llegó Marcion, quien fue expulsado de la Iglesia y fundó una escuela marcionista, de este dijo Policarpo “primogénito de satanás”. El moralismo de Marcion enseñó un dios del antiguo testamento diferente al del nuevo testamento. Consideró un dualismo soteriológico similar al gnosticismo, pero diferente a este, en cuanto a que aceptó la revelación de las Escrituras, pero lo interpretó de una manera diferente, reconociendo solo algunos libros en su canon.

Luego de la herejía del marcionismo llegó el montanismo. Ellos decían estar poseídos por el Espíritu Santo y tener nuevas revelaciones superiores a las anteriores. Se podía hablar de ellos como los primeros carismáticos. Luego de ellos llegó el monarquismo modalista que habla del Padre y del Hijo como uno mismo, sin ninguna distinción en la persona, la respuesta a estos movimientos sectarios siempre fue la apelación a la Autoridad Apostólica y de las Sagradas Escrituras, que enseñaba que solo es autentica la Iglesia que se somete a la enseñanza Bíblica, de resto no, por esta razón se vio la necesidad de reconocer el canon de las Sagradas Escrituras y en base a su testimonio construir un credo.

El Credo Apostólico, conocido con la letra R un antiguo símbolo romano (vetus symbolum romanum), funcionó como un una formula bautismal, un credo en respuesta a las herejías y una afirmación de la fe en el Dios verdadero; también fue llamado “regla de fe”, como un resumen del credo cristiano. De esta manera también empezaron a darse obras con cada vez mayor profundidad teológica basadas en las Escrituras y en la regla de fe, en contra de las herejías, pero antes de continuar devolvámonos un poco para hablar un poco más sobre Ireneo.

Ireneo nació en Esmirna, en donde escuchó a Policarpo, fue obispo en Lyon, luego de que su predecesor sufrió el martirio. Fue su interés escribir contra las herejías de su tiempo y es en su obra que expuso su grande obra apologética “Contra herejías” en donde hace una gran advertencia en contra de las falsas doctrinas. Ireneo contradijo a Marcion, Ptolomeo y a Valentino en su pensamiento gnóstico y rechazó otras doctrinas antihistóricas, que querían interpretar toda la Biblia de manera alegórica, por lo que afirmó con firmeza que el Dios de la creación es el mismo Dios de la salvación y que Dios venció al diablo que dominaba al hombre para darle a sus hijos la victoria y libertad de sus artimañas. La gran fidelidad a las Escrituras lo hizo un hombre respetable y del que se puede aprender mucho porque sus obras fueron centradas en ellas.

Por los mismos años de Ireneo, Tertuliano enseñó que los herejes no tienen derecho a recibir ni discutir de las doctrinas bíblicas y fue refutando muchas herejías, pero luego, lamentablemente cayó en el legalismo y al poco tiempo se hizo montanista. Tertuliano fue de los primeros en usar el termino teológico Trinidad, en donde procuró explicarlo conforme a las Escrituras, lo cual en el concilio de Calcedonia serviría para la gran discusión que dejó como resultado la definición de fe de Calcedonia. Así también Tertuliano explicó el pecado original (Depravación total) desde una herencia del alma; pero volvamos de nuevo a la escuela de Alejandría.

Alejandría fue fundada por Alejandro Magno, quien la formó como el centro del pensamiento humano en donde muchas filosofías y religiones dejaron su huella y aprendieron a convivir, recibiendo en su gran biblioteca múltiples relatos y producciones bibliográficas como la Septuaginta, una traducción del Antiguo Testamento al griego. Orígenes, al igual que Clemente, fue formado en la escuela de Alejandría en su tendencia teológica. Clemente nació en Atenas y se formó en la cultura alejandrina, en donde también enseñó su teología cristiana con varios elementos de su cultura de los cuales no se desarraigó sino que tomó para decir que aunque cree que las Escrituras son inspiradas por Dios afirmó que deben interpretarse alegóricamente, sin negar su historicidad.

Orígenes, a diferencia de Clemente, fue de padres cristianos, se basó en muchas enseñanzas de Clemente así como de Filón de Alejandría, fue un estudioso muy fervoroso que se convirtió en eunuco, habiéndose masculado, privado de sus órganos genitales, lo cual sumado a sus estudios profundos le dieron un gran reconocimiento como pensador cristiano que hizo que muchos le quisieran escuchar. En Cesárea fundó una escuela, y enseñó una interpretación que procuraba ser alegórica, teniendo en cuenta que cada texto debe ser interpretado a la Luz de las Escrituras. Aun así, se han reconocido muchas de sus declaraciones como heréticas, debido a su influencia platónica de la cual no se desarraigó por completo.

La teología occidental en el siglo III emergió principalmente de Roma y África del norte. De esta corriente perteneció Hipólito quien enseñó una apologética contra Calysto, principalmente desde la doctrina de la Trinidad, apoyándose de defensas anteriormente hechas por Tertuliano. Noviciano en su obra “acerca de la Trinidad” enseñó la Divinidad de Jesucristo, diciendo que era necesario que Él sea Dios, y que tiene con el Padre una comunión de sustancia, pero su propósito principal fue enseñar la distinción entre el Padre y el Hijo.

Cipriano de Cartago se convirtió al cristianismo a los 40 años, fue entregado a la castidad y nombrado prontamente como obispo de Cartago. Sus escritos son de carácter práctico, moral y de disciplina. Cipriano escribió dos tratados que tienen que ver con la eclesiología, después de un concilio en Cartago, el cual exhortaba a los fieles a practicar las buenas obras, habló sobre el bautismo, la unidad de la Iglesia, el episcopado, etc. Estos temas fueron polémicos e incitaron el cisma entre la Iglesia de Roma y el norte de África.

La teología oriental después de Orígenes enseñó una doctrina que reconocía la Naturaleza y Eternidad de Jesucristo y realizó grandes aportes al concepto de la Trinidad, pero no fue asi con Pablo de Samosata quien produjo una teología en la que enseñó que el Hijo tiene un inicio y fue cuando nació, y que el Verbo habitaba en Cristo, algo así como un tipo de monarquismo dinámico. Esta doctrina cristológica escandalizó a muchos obispos, por lo que se convocó a un concilio donde fueron expuestas estas enseñanzas para rechazarlas públicamente.

En el siglo III ocurrieron grandes disputas doctrinales que dejaron como resultado el rechazo de herejías destructoras, pero tambien la persecución por parte de los seguidores de las falsas enseñanzas.

El siglo IV produjo un cambio en la iglesia: de la iglesia perseguida a la iglesia tolerada. Lo cual tuvo sus cosas buenas como las malas, porque fue el tiempo donde surgieron las mayores herejías como el arrianismo, falsa doctrina introducida por Arrio. Arrio no se consideró satisfecho con su obispo de Antioquía: Alejandro, y prefirió ir tras una doctrina similar a la de Pablo de Samosata en el que afirmaba que Jesucristo no era completamente eterno y divino, sino era humano más que divino, creado por la voluntad del Padre, lo que produjo un concilio que amenazó con un cisma, esto llevó a que Constantino citara una gran asamblea para resolver este asunto entre otros. De diferentes lugares llegaron a este concilio obispos que condenaron el arrianismo y produjeron un Credo, conocido como el Credo de Nicea.

Los arrianos fueron una gran amenaza para los obispos ortodoxos como Metodio de Olimpio quien aunque hizo uso de la filosofía de Platón y se convirtió en ascético habló constantemente de la Trinidad y, este hecho, lo llevó al martirio por mano de los arrianos. Otros seguidores de Orígenes también se centraron en disertar principalmente de la Trinidad, entre ellos se destacaron Gregorio, Dionisio y Luciano de Antioquía.

El concilio de Nicea produjo el destierro de los arrianos, aunque luego fueron reintegrados. Pero grandes conflictos se produjeron a partir de este concilio principalmente por el sabelianismo, doctrina que también fue condenada puesto que enseñaba que no había distinción entre las personas de la Trinidad. Los antinicenos que no apoyaron algunos conceptos usados en el concilio llamaron a nuevos concilios para aclarar conceptos, por lo que el siguiente concilio fue llamado el concilio de reconciliación en Antioquía. Debido a las muchas discusiones, como se había dicho antes, Atanasio dio un paso decisivo y dijo que no se deben discutir sobre términos si el significado es el mismo.

En el Sínodo Alejandrino del 362, convocado por Atanasio, se condenó al arrianismo, los defensores del Concilio de Nicea se pronunciaron apoyando la decisión, y tambien se le abrió las puertas a los que se arrepentían de esta falsa doctrina. Poco tiempo después se realizó el concilio de Constantinopla que confirmó el concilio niceno y condenó definitivamente el arrianismo.

La teología de Atanasio, el obispo de Alejandría a mediados del siglo IV, enseñó su controversia contra los arrianos, como también el apoyo al originarismo de derecha y a un sentido práctico que expresa la fe cristiana, así mismo produjo una defensa contra las filosofías griegas, enseñando que el Logos es el gran Ordenador del universo, el Salvador quien es Dios, pero diferente al Padre, así desarrolló un poco más a profundidad la doctrina de la soteriología, aunque en la doctrina cristológica tuvo algunas controversias que luego se discutieron en la Iglesia.

Conocer al verdadero Dios es lo que podría llevarnos a ofrecer verdadera adoración y Dios se ha revelado en Su Palabra como diferente a toda su creación y en su esencia es Espíritu, lo cual habla de sus atributos (Creador, Uno es, infinito, Independiente, Inmutable, Omnipresente y el Ser más Perfecto). La adoración debe ser espiritual de un corazón humilde y humillado ante el Todopoderoso, el eterno Dios que no tiene principio ni tendrá fin. En Él, solo en Él, el cristiano tiene esperanza porque ha confiado en Jesucristo, la Segunda Persona de la Trinidad y eterno Dios que provee de esperanza y misericordia para el que en Él confía.

La inmutabilidad de Dios, que no cambia, afirma Su perfección y que es Dios. Este atributo se ve claramente en la Segunda Persona de la Trinidad (Hebreos 1; Salmo 45). Jesucristo no ha cambiado en Su esencia, sigue siendo perfecto, aun cuando su creación no lo es, porque no depende de su creación, pero su creación si depende de Él y lo debe reconocer adorándole por quien es: “el Gran Yo soy”.

Dios se encuentra en todo lugar, Su Presencia abarca todo, de tal manera que el hombre no puede esconderse de Su Presencia, esto debe infundir temor reverente para no pecar en ningún lugar, reconociendo que aun pensando que nadie le ve, Dios lo ve, y es mejor temer a Dios que a los hombres, su opinión vale más. Por lo anterior toda la raza humana debe pedir perdón a Dios con un corazón humillado ante Él y procurar hacer el bien para honrarlo en todo lugar sin importar en donde esté, y teniendo el consuelo de que si aún le ha dejado su amigo más cercano, Dios nunca lo dejará. Su Presencia siempre acompañara a quienes confían en Él.

La Trinidad es una doctrina que el ser humano no puede comprender en su propia reflexión, por lo que llegó a nuestro conocimiento mediante la revelación especial del mismo Dios. De la misma manera debemos reconocer que Dios, en su infinita sabiduría ha decretado todo y conoce todo desde la eternidad, todo lo que acontecerá ya lo conoce y lo ha decretado. Dios ha predestinado todo como ha querido, enfáticamente este término se refiere a las criaturas racionales, esta doctrina se ha presentado generalmente de dos formas en la Reforma: supralapsarianismo e infralapsarianismo, el primero afirma que Dios predestinó a unas personas para que fueran condenadas y otras no, el segundo enseña que Dios permitió el pecado, pero no fue el autor del mismo, y después predestinó para salvación a algunos y a otros dejó en sus propios pecados, esta ha sido la forma más aceptada de entender la predestinación por la mayoría de los reformadores, pero aún sigue siendo un misterio que no se nos ha revelado plenamente, pero del cual debemos agradecer como cristianos de que nos hubiera predestinado para salvación sin que lo hubiéramos merecido.

La creación es causada por Dios conforme a la enseñanza bíblica que no solo lo reconoce como Arquitecto y Diseñador sino también como Creador que de ninguna materia preexistente creó todo lo visible e invisible. Dios creó el mundo espiritual y el material de una manera asombrosa, en seis días sin nada acompañándolo, como lo quieren hacer creer los seguidores de la evolución, sino que los creó completos y buenos en gran manera, aun a los ángeles, pero lamentablemente muchos de ellos prefirieron dejarse llevar por la maldad y ahora andan caídos como prisioneros que solo pueden esperar el abismo infernal.

La doctrina cristiana que resume todas las demás Solas que defendieron con fervor los reformadores es la Sola Scriptura que en español podría traducirse como Solamente la Escritura, una firme creencia que como hemos visto tuvieron muy presente los apóstoles y los obispos ortodoxos de los primeros siglos. Las Escrituras es nuestra regla de fe y conducta, en donde el ser humano puede valorar mejor su razón, sometiéndola a Dios, porque la Biblia es la Palabra de Dios y solo en ella el ser humano descansará en su Creador.



[1] Justo L. González, HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO (Barcelona, España: CLIE, 2010), 119

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