RECUERDA QUE ESTAS MUERTO AL PECADO
El
cristiano debe recordar continuamente que es un muerto al pecado, esta es su
realidad, porque ha muerto al pecado, puede decirle no al pecado con completa
autoridad, aunque el pecado quiera engañarlo haciéndole creer que no puede ser
libre del mismo. El cristiano es libre del pecado solo por Gracia, de nuevo,
debes recordar, si en verdad eres cristiano, que ha sido solo por Gracia,
porque el día que lo olvides pensaras que es por obras y las mismas te
conducirán al mal camino del engañoso pensamiento de tu propia
autojustificación que solo produce orgullo y soberbia, lo cual lleva a la
caída. Cuando ocurra eso, piensa en esto, si de ti dependiera la salvación ¿podrías
sostenerte al menos por un segundo en tu salvación? De ninguna manera, porque
el ser humano es un gran pecador que necesita del Gran Salvador.
Las
circunstancias, los afanes, las distracciones, los engaños del mundo, pueden
llevar a confundir a un cristiano y llevarlo a olvidarse de lo que a diario
debe recordar, que está muerto al pecado, porque el enemigo sabe que el día que
olvidas que estas muerto al pecado le confieres un lugar al pecado en el que
vive como si fuera un rey, cuando realmente es un muerto que hay que matar a
diario, no en la represión de la doctrina humana, sino en la orientación de la
Palabra de Dios, porque es en la guía del Señor que el cristiano encontrara
reposo para su alma, como lo hace una oveja con su pastor.
“Así
también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo
Jesús, Señor nuestro.” Romanos 6: 11 (RVR 1960)
“Bendice,
alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a
Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus
iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida,
el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de
modo que te rejuvenezcas como el águila.” Salmo 103: 1-5 (RVR 1960)
El
pecado muere en nosotros cuando nuestra prioridad es Dios, cuando nos
deleitamos en sus mandamientos y procuramos con toda nuestra vida servirle,
seguirle y amarle.
“Digo,
pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne.” Gálatas 5: 16 (NBLA)
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