¿CÓMO NACIERON LOS MITOS Y LAS RELIGIONES?
Las mentiras dieron origen a los mitos y a las religiones, para explicarlo mejor daré un ejemplo. En la escuela, todos los niños llegaban tarde, excepto Josh, pero un día ocurrió algo muy inesperado. La clase, como era costumbre, empezaba a las 6: 30 am, pero todos llegaron a las 6: 00 am, menos Josh, quien llegó a las 6: 25 am, la hora acostumbrada por él, se sorprendió de ver a todos tan temprano y avergonzado se disculpó por llegar tarde, se preocupó bastante hasta llorar porque no le había pasado antes, pero al mirar el reloj vio que estaba temprano, entonces le preguntó a uno de sus amigos, quien era muy desjuiciado y siempre llegaba tarde que si le podía explicar qué ocurría. Él le contestó que el rayo les había dicho que tenían que llegar a las 6: 00 am. Al preguntar por el rayo, le contó una historia sobre un rayo que se le apareció a un profesor y el origen del ser humano que le fue revelado a través de un cuerno de elefante.
El ejemplo dado anteriormente parece
un poco enredado, así mismo son los mitos y las religiones, porque son inventos
de demonios y de hombres para provocar una conducta que se quiere, en este caso
llegar temprano. Muchos padres hacen lo mismo, inventan cuentos para que sus
hijos les obedezcan, cuando lo
que deberían hacer es decirles la verdad y enseñarles su autoridad como padres
a través del ejemplo y la corrección. La verdad es mejor que la mentira, porque
la mentira es todo un enredo que no deja caminar con libertad, en cambio la
verdad trae paz y plenitud. La verdad
siempre será el mejor camino.
“Jesús le dijo: Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14: 6 (RVR 1960)
EL TALMUD
El
Talmud es una obra filosófica literaria organizada bajo códigos religiosos
judíos[1] entre los siglos III y V.
Este libro no solo ha pretendido ser exaltado y alabado por muchos religiosos
sino también puesto en una misma o mejor posición que la Biblia. Así lo
manifestaron algunos judíos en su libro las
bellezas del Talmud (1919):
“…circunstancias
históricas han hecho del Talmud, aún más que la Biblia, el libro hebraico por
excelencia” (p.9)
Muchos
judíos ortodoxos, aunque nieguen estar en contra del Tora o del Tanaj, están en
contra, porque no solo buscan desprestigiar el Tanaj sino toda la Biblia,
porque las Escrituras hablan de Jesucristo, a quienes ellos odian. Ellos odian
al Dios de la Biblia, no creen en el Dios que enseña el Tora, esto es lo que
ellos mismos dicen:
El dios del Talmud no es el Jeovah de la
Biblia, el jaldabaot de los gnósticos, apasionado y vehemente, salido de la
misma estirpe de baalim, sino un dios humano, traspasado de dolor como su mismo
pueblo (p. 13)[2]
La
creencia de la religión judía no es tan distante a la musulmana o a cualquier
otra religión. El Talmud es un libro lleno de fabulas e historias de las que
existen bastantes dudas si en verdad ocurrieron, enseñando una moralidad
relativa, confusa, una verdad que no es confiable sino dudosa y fantasiosa,
porque es una mentira.
“… ni presten atención a fábulas y
genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de
Dios que es por fe...” 1 Timoteo 1: 4 (RVR
1960)
EL CORÁN
Mahoma,
fundador del islam, afirmó tener una revelación directa de Dios para escribir
el Corán y, aunque muchos lo llamaban loco, algunos otros creyeron en sus
mentiras, fundando así el llamado islamismo.
El
engaño de este comerciante de la Meca, comenzó cuando tenía 40 años
aproximadamente. Según su propio testimonio él fue a una caverna en completa
soledad a meditar y buscar la verdad sobre las cosas divinas y de repente
escuchó una voz (satanás) que le mandó a escribir el Corán. A partir de ese
momento empezó a formar grupos armados que atacaban ciudades completas y a toda
persona que se oponía a sus creencias. Fue así que muchos empezaron a tener
miedo de Mahoma y, este ser tan bestial, poco a poco fue adquiriendo más poder
y control tanto económico como político. Todo esto surgió en el siglo VII d.C.
El
dios del islam, conocido con el nombre de alá, se muestra como enemigo de los
llamados “incrédulos” (principalmente judíos y cristianos). Su posición
celestial es compartida con los ángeles Chibril y Mikal (Gabriel y Miguel), uno
se sienta a su derecha y el otro a su izquierda. Este dios es más parecido a un
hombre, a un emperador, que a Dios, porque busca crear un imperio sobre la
tierra llamado Islam y ordena a sus fieles a combatir contra los “infractores”,
matando a todo aquel que no crea en el Corán (Mahoma, p. 64-65)[3]
El
alá de Mahoma crea muchas dudas completamente razonables, porque:
1.
El
Corán que habla de este alá fue escrito por un solo hombre de quienes muchos
aseguran que no era cuerdo, es decir que estaba loco.
2.
El
Corán tiene muchos apartes que hacen creer que fueron extraídos de la Biblia y
luego manipulados para buscar convencer a muchos de una doctrina completamente
confusa.
3.
El
Corán no provee de ninguna evidencia indubitable sobre algún hecho histórico
que mencione.
4.
No
es claro en su moralidad (¿qué define como bueno y que como malo?), ni es
preciso al hablar de la eternidad sino muestra a un dios que solo busca adeptos
a como dé lugar, aunque sea con terror, a las malas.
Mahoma,
por medio del mito que había creado buscaba ser adorado como Dios, siendo
hombre, y que su nombre fuera recordado por los siglos. Esta no es una
característica de una persona que en verdad ama y sirve a Dios, sino de una que
se sirve y ama a sí misma, buscando su propia gloria, usando en vano el nombre
de Dios. Tales personas se parecen más al diablo que a un hijo de Dios.
“Digo, pues, por la gracia que me es
dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí
que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida
de fe que Dios repartió a cada uno.”
Romanos 12: 3 (RVR 1960)
Los
musulmanes no pueden tener seguridad de vida después de la muerte, porque ni
siquiera tienen una doctrina clara, sino una extraña que hace evidente que el
Corán es un libro de confusión escrito por un emisario de satanás. Mas no solo
esta doctrina es falsa, sino existen muchas más, tantas que no cabrían
nombrarlas todas en los muchos libros y tampoco es edificante centrarse en el
error que han caído, mejor es fijar en Cristo.
EL HINDUISMO
El
hinduismo es una religión concentrada mayormente en la India. Esta religión se
divide principalmente en dos ramas, algunos hindúes son politeístas, adorando a
más de 300 millones de dioses que realmente son demonios (1 Corintios 10:
19-20), mientras otros, monoteístas, rindiendo culto a un dios que fue creado cuyo
nombre es brahma.
La
filosofía hinduista ha desgastado su mente, por años, tratando de interpretar
el mundo a través de su religiosidad, en donde han creado y modificado muchas
de sus teorías sobre el origen del universo, centrando su pensamiento, en una o
muchas divinidades impersonales, como brahman, a quien le atribuyen dominio,
poder y autoridad, pero este ser es un poco confuso y parece más una cosa más metafórica
que real. Resulta un poco difícil de comprender como es posible creer en un
dios que fue creado, pero muchos creen y adoran a un sinnúmero de estos falsos dioses.
Es así que no solo en la India sino en muchas naciones se pueden encontrar
incoherencias, incongruencias y muchas confusiones en cuanto al conocimiento de
Dios.
“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en
su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en
sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en
entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y
justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Jeremías 9: 23 -24 (RVR 1960)
No
existe mayor satisfacción y alegría en el ser humano que poder conocer a Dios.
Dios mismo afirmó que entenderlo y conocerlo es mejor que la sabiduría, la
valentía y las riquezas. Es esta la razón, por la que tiene sentido buscar a
Dios y pasar tiempo escuchando sus palabras.
“Buscad a Jehová mientras puede ser
hallado, llamadle en tanto que está cercano.”
Isaías 55: 6 (RVR 1960)
Muchos
dioses han sido inventados, pero Dios, el verdadero Dios no, porque solo hay un
Dios, el Creador de los cielos, aquel de quienes muchos, como Pablo,
predicaron, diciendo:
“El Dios que hizo el mundo y todas las
cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en
templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como
si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las
cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que
habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los
tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en
alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de
cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como
algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo
somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad
sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de
hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta
ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por
cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por
aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los
muertos” Hechos 17: 24-31 (RVR 1960)
El
verdadero Dios, no fue tallado por un escultor, ni tiene su morada en templos
creados por hombres. Él no tiene principio, ni tampoco fin, su poder no tiene
comparación, ni existe ser que se le pueda igualar. Por el vivimos y solo en Él
está la potestad sobre nuestras almas.
El
destino que el mismo Dios de la creación quiere para todos los hombres es la
vida, la salvación de la condenación y de la muerte, como Calvino afirmó “el Señor invita a todos sin excepción a
venir a él” [4].
No existe tal cosa como una divinidad impersonal cuando nos referimos al
verdadero Dios, sino todo lo contrario, Dios hace una invitación personal a
cada ser humano para que le conozca, pero, como es una invitación,
lamentablemente no todos la aceptan.
No
creer en el Dios verdadero es confiar en la mentira, ignorar sus bondades es
renunciar a la misma vida. Dios mismo dijo a su pueblo “…me has olvidado, y has confiado en la mentira” (Jeremías 13: 25)
Muchos
israelitas vieron las maravillas de Dios y aun así “no creyeron en Dios, ni confiaron en su salvación” (Salmos 78: 22)
Pero la invitación de Dios, escrita y sellada con su propia sangre, sigue
abierta a todo ser humano que realmente se acerca a Él.
“En el último y gran día de la
fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su
interior correrán ríos de agua viva.”
Juan 7: 37-38 (RVR 1960)
Las
palabras de Jesucristo no fueron cree en
una religión, ni tampoco adhiérete a
una nueva filosofía, sino fueron sencillas cree en mí. Creer en
Jesucristo no es forzar la mente a aceptar lo que no quiere, sino es reconocer
aquella condición tan limitada, triste y desalentadora que hemos recibido por
nuestro sucio corazón, rindiendo nuestro ser delante de Dios, nuestro Creador,
y rogando su perdón. Su perdón no es otorgado a cualquiera que solo diga perdón
o lo siento, sino a quien con un corazón humilde clame al Señor misericordia,
porque solo aquel que se acerca de corazón a Dios podrá comprender que
Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, Dios mismo hecho carne, habitó entre nosotros para morir como
el único sacrificio válido delante de Dios para el perdón de nuestros pecados.
La palabra cristiano viene de Cristo
y no lo contrario, es decir no que Cristo provenga de cristiano, por lo tanto, es Cristo quien define al cristiano. Pero existen muchos grupos que a través de
los años han buscado engañar a multitudes, llamándose a sí mismos cristianos,
pero negando al verdadero Cristo, enseñando mentiras y trastornando la verdad.
Los grupos racistas, evolucionistas,
antisemitas y nazistas no provienen de Cristo, sino del diablo, porque
Jesucristo amó tanto a Israel como a todas las naciones del mundo entero, sin
importar su color de piel ni idioma porque así los creó, entonces no es lógico
ni coherente que una persona que se haga llamar cristiano odie a los israelitas
o a las personas que tienen un color de piel o nacionalidad diferente a la
suya, porque no solo Dios creó a cada ser humano que existe, sino que entregó
su vida por ellos.
Israel es un pueblo hermoso, que
debemos amar con todo nuestro corazón, porque todos nosotros los gentiles,
naciones que no somos Israel, que hemos creído en Jesucristo hemos sido
injertados en Israel, siendo contados como pueblo de Dios, cuando no éramos ni
pueblo, por lo tanto es sabio ser humilde, no creerse mejor que Israel, sino
dar gracias a Dios por este pueblo y orar para que muchos israelitas crean en
Jesucristo, vivan en paz, porque verdadera es la promesa para cualquiera, la
que dice que benditos serán los que bendigan a Israel, pero malditos los que lo
maldigan (Génesis 12: 3). Y a través de la historia podemos ver naciones
derrotadas por maldecir a Israel, así como individuos. Mas la otra cara de la
moneda son personas y naciones que bendijeron a Israel y hasta el día de hoy el
Señor las ha bendecido.
Un verdadero cristiano no puede odiar
a Israel ni hablar en contra de los israelitas, como tampoco en contra de
ninguna nación del mundo, sino amar a todas las naciones como Cristo las amó
estando dispuesto a entregar aun su vida, de ser necesario, por el evangelio.
Quien no tiene este mismo sentir y se hace llamar cristiano es un farsante e
impostor que esta infiltrado en la iglesia solo para hacerle daño a la misma y,
de tales personas, para un cristiano, es mejor apartarse.
Personas que han dicho creer en
Cristo y lo niegan con sus hechos, teniendo la Biblia en una mano, pero con la
otra mano apuntando con su arma al pueblo de Israel, a su prójimo o a la
naturaleza que Dios creó, les hubiera sido mejor no haber nacido porque de Dios
nadie se puede burlar, nadie. Es importante aclarar que, aunque parezca que el
maligno se sale con las suyas al final no podrá escapar del juicio de Dios.
Un verdadero cristiano ama a Israel,
a las naciones, a las diferentes lenguas que existen, aun la lengua de señas,
ama a la naturaleza, no la destruye y, sobre todas las cosas, ama a Dios. Ama a
Dios más que a Israel, su propia vida o su propia familia.
[1] Al usar el
término judíos se hacen referencia a la religión judía, no a la nación de
Israel.
[2] Las bellezas
del Talmud (1919). Editorial América.
[3] Mahoma
(2001). El Corán. Cien del mundo. México.
[4] Escritos de
Juan Calvino. Recuperado de http://mb-soft.com/believe/tss/calvine.htm el 22 de 12
del 2019.
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