TENTACIONES

 

La tentación es una constante que se presenta en la vida del creyente. Es el pecado mostrándose de una manera atractiva, pero es importante recordar que caer en la tentación es caer en vergüenza, aunque se quiera mostrar como un espejismo de placer su fin siempre será tristeza y amargura. Es tan peligrosa que el Señor mismo nos aconseja a orar continuamente a Él de corazón pidiéndole “no permitas que cedamos ante la tentación sino rescátanos del maligno” (Mateo 6: 13).

El diccionario de español de Google proporcionado por Oxford Languages con respecto a la palabra tentación dice “impulso de hacer o tomar algo atrayente pero que puede resultar inconveniente”[1]. La anterior definición es muy acorde a la manera de obrar de la tentación, busca atraer al cristiano con un manjar que parece delicioso a la vista, pero cuyo fin es la muerte, porque es una trampa.

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.” Santiago 1: 13-14 (RVR 1960)

Dios en su amor santo prueba a las personas y a las naciones, pero no tienta a nadie, lo anterior tiene que quedar bien claro, entonces ¿de dónde vienen las tentaciones? De satanás que también es llamado el tentador (Mateo 4: 3; 1 Tesalonicenses 3: 5; 1 Timoteo 5: 14) y de nuestro propio corazón como dice Santiago. En nuestra mente aún sigue existiendo algo llamado concupiscencia. La concupiscencia es codicia y todo deseo sexual deshonroso que se encuentra en lo profundo de nuestro corazón por el pecado que aún sigue habitando en nosotros (Romanos 7: 17), pero en Cristo tenemos la esperanza de que no puede dominar más nuestras vidas.

“Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.”  Santiago 1: 21 (RVR 1960)

En la batalla diaria contra el mal, contra el pecado que aún sigue habitando en nosotros, es necesario que reconozcamos que en Cristo somos nuevas criaturas, no debemos seguir más los deseos deshonrosos de nuestra carne sino los deseos de Dios de manera práctica, no llenando nuestra mente de solo conocimiento sino viviendo lo que hemos aprendido de la voluntad de Dios.

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”  Santiago 1: 22 (RVR 1960)

“Él contestó: —¡Dichosos más bien quienes escuchan lo que Dios dice, y lo obedecen!” Lucas 11: 28 (DHH)

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.”  Mateo 7: 24-25 (RVR 1960)

La única manera de vencer la batalla contra la tentación es no enfrentándola con nuestras fuerzas sino huyendo de sus provocaciones.

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