INCESTO

 

Otra de las perversiones que el Señor advierte en su Palabra es el incesto y la endogamia. El incesto tiene que ver con tener relaciones sexuales entre parientes y la endogamia a casarse entre los mismos, lo anterior era una práctica muy común entre los emperadores romanos y por consiguiente de muchos de los pueblos que gobernaron. La historia nos enseña que aunque una práctica se vuelva común no por eso es bueno, porque lo que es bueno o es malo no es definido por la perversa naturaleza humana sino por Dios. La práctica del incesto tiene que ser denunciada principalmente por la Iglesia, porque somos la amada del Señor, embajadores del Reino que somos llamados primeramente a obedecer los mandamientos del Señor para enseñarlos a los demás. El incesto es una abominación para el Señor y es también un engaño del sistema para que muchos impíos cometan violaciones en sus hogares.

Muchas de las violaciones que ocurren en el mundo se dan en el contexto del hogar y lamentablemente quienes más sufren las consecuencias, según muchas estadísticas, son los más indefensos: los niños. Muchos niños han sido violados por sus propios padres o hermanos, dejando una herida profunda en sus corazones que solo Dios puede sanar. No es bueno el incesto, no son buenas las violaciones, ni tampoco la endogamia, porque todo ello está en contra de la Ley de Dios y por lo tanto pervierten el alma del ser humano.

Los niños son cuidados de manera especial por Dios. Por lo general a un niño le resulta más fácil creer en Dios que a un adulto, porque en su corazón hay inocencia, pero cuando alguien quiere hacerles daño, siendo un obstáculo en su camino a la santificación, y si ese alguien resulta en ser aquel que debiera conducirles al camino del Señor mejor le hubiera sido no haber nacido.

“…al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno, y que se ahogara en lo profundo del mar.” Mateo 18: 6 (LBLA)

La Biblia condena a la endogamia y al incesto no solo en el antiguo testamento (Génesis 38, Levítico 18-19, 2 Samuel 13) sino también en el nuevo testamento.

“Se ha sabido que hay entre vosotros fornicación, y fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles; a tal extremo que alguno tiene a la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien lamentarlo y haber quitado de en medio de vosotros al que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo pero presente en espíritu, como si estuviera presente he juzgado ya al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.” 1 Corintios 5: 1-5 (RVR 1960)

El caso de inmoralidad sexual que se refiere el pasaje bíblico anterior es de incesto y el Señor condena claramente el incesto en levítico 18 donde dice “No tendrás relaciones sexuales con la mujer de tu padre; es tu madre y no deberás tener relaciones sexuales con ella. No tendrás relaciones sexuales con otra esposa de tu padre, pues es esposa de tu padre. No tendrás relaciones sexuales con tu hermana, sea hija de tu padre o de tu madre, haya nacido en casa o fuera. No tendrás relaciones sexuales con tus nietas, pues es como deshonrarte a ti mismo. No tendrás relaciones sexuales con la hija que tu padre haya engendrado de otra esposa; es tu hermana y no deberás tener relaciones sexuales con ella. No tendrás relaciones sexuales con tu tía paterna, pues es como deshonrar a tu padre (...)” (v. 7-23). No fue para nada bueno lo que estaba permitiendo la iglesia en Corinto por lo que Pablo les ordena sacar a tal persona de la iglesia, condenando su acción de permisividad, produciendo en la iglesia de Corinto arrepentimiento de su pasividad que permitió el pecado de inmoralidad sexual dentro de la Iglesia, y en la segunda carta que Pablo envía a la Iglesia en Corinto escribe:

“Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.” 2 Corintios 7: 9-11 (RVR 1960)

El arrepentimiento es la acción más sabia que debe ejecutar aquel que ha caído en el pecado de la inmoralidad sexual o de la permisividad del pecado dentro de la iglesia o la misma familia.

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