HACED MORIR LAS OBRAS DE LA CARNE

 Las obras de la carne son obras muertas que nacen de una naturaleza pecaminosa, una que ha buscado reemplazar la sexualidad humana por la inmoralidad sexual, la adoración por la idolatría y la compasión por la envidia.

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,  idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” Gálatas 5: 16-21(RVR 1960)

Las obras muertas se refieren a obras que buscan acabar con la vida, por eso quienes practican obras muertas son personas muertas, no pueden ser vivos, aunque muchos vivos han hecho obras muertas, olvidándose que están vivos. No es sabio que como hijos de Dios obremos bajo la carne, es decir bajo los deseos corrompidos que van en contra de la voluntad de Dios, sino por el contrario se nos enseña a hacer morir todos los días lo que ya está muerto, el viejo hombre con todas sus obras, porque aunque es una naturaleza que ha sido crucificada, por la gracia de Dios, sigue siendo una vieja naturaleza que está en nosotros y de la que no debemos prestar atención.

“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.” Colosenses 3: 5-7 (RVR 1960)

“Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán. Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.”  Romanos 8: 12-14 (NTV)

El Espíritu de Dios nos guía a vivir en santidad, pero la vieja naturaleza nos incita a hacer el mal, por lo que no debemos prestarle atención, sino rechazarla, excluirla por completo, como dice Efesios 4: 22-24:

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”  (RVR 1960)

La pasada manera de vivir es como un vestido viejo y sucio del que tenemos que despojarnos para vestirnos del nuevo hombre. Pero lo anterior no solo es una acción de cada domingo sino de todos los días. En todo momento necesitamos rechazar de nuestra vida la vieja naturaleza y vestirnos de la nueva naturaleza creada según Dios en la justicia y santidad de la verdad, como dijo John Pipper: “Vístanse de Cristo escuchando la Palabra de Dios acerca de Cristo”. La única manera de dejar el vestido viejo y vestirse del nuevo es guardando la Palabra de Dios.

“En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti Salmos 119: 11 (RVR 1960)

 

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