DROGADOS PARA SER AVERGONZADOS
La adicción no
es de unos pocos, como nos lo hicieron creer, sino que todos nacemos adictos al
pecado, con una dependencia tan grande a este que se convierte en una necesidad
aun para descansar.
“Porque ellos no duermen a menos que
hagan el mal, y pierden el sueño si no han hecho caer a alguno.” Proverbios 4: 16 (LBLA)
Las drogas
pueden ir cambiando de nombre, de presentación o de empaque pero seguirán
conteniendo lo mismo, puro pecado, algunas de sus presentaciones más populares
han sido “puro placer”, “no le hace daño a nadie”, “será divertido”, “te hará
como Dios”, “será un buen conocimiento”, entre miles más, pero todas estas son
mentiras de las que solo es posible escapar con la ayuda de Dios.
“Él les dijo: Lo que es imposible para
los hombres, es posible para Dios.” Lucas
18: 27 (RVR 1960)
No podemos ser
convencidos de nuestro pecado con un buen discurso, una gran educación, ni un
excelente estudio bíblico a menos que Dios mismo nos dé nueva vida, nos saque
de las tinieblas, nos convenza de nuestro error y nos guie a su Salvación, con
razón aun la Salvación es un misterio para nuestro entendimiento.
“El
viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni
adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Juan
3: 8 (LBLA)
“Y el
mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5: 23 (RVR 1960)
“Pero
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis
las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” 1
Pedro 2: 9 (LBLA)
“Ustedes
no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y
produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi
nombre. Este es mi mandato: ámense unos a otros.” Juan
15: 16-17 (NTV)
El fin último de
nuestra salvación es glorificar a Dios, amar a Dios y demostrarlo amando a los
demás, aun a nuestros enemigos, reconociendo que aun el mismo amor no proviene
de nosotros sino de Dios para que a Él le demos toda la gloria.
“En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su
Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1 Juan 4: 10 (RVR
1960)
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