CENTRARSE EN JESÚS

 

Lo mejor es absoluto, no cambiable, siempre bueno y agradable, es decir que lo y el mejor es Dios, no hay nadie ni nada mejor que Él. No es lo mejor las personas, tu esposo, esposa, hijos ni siquiera tú, porque ellos son cambiables y no siempre son buenos y agradables, pero Dios sí que es bueno, su bondad no cambia por nada, y es tan misericordioso que aun con nuestros pecados nos amó y murió por nosotros para darnos salvación y libertad a fin de que no vivamos más para el pecado sino para El.

La persona adicta puede ser fácilmente de reconocer o no, porque hay adicciones que se pueden guardar en secreto por años, pero sea como fuere el adicto tiene como problema principal creer que el mundo se centra en él, porque la adicción tiene que ver con el consumo para sentirse bien y lo único que le interesa es un bienestar inmediato, olvidando el daño que podría ocasionar tal consumo en su propia vida. Muchos investigadores concuerdan al afirmar que las adicciones son un terrible fenómeno que “va asociado a un aumento de la soledad de las personas y el temor a relacionarse con los demás” (Cañas, 2015, p.80). La sociedad se ha convertido en un absoluto silencio a causa de las adicciones, las personas se hacen cada día más frívolas, insensibles, solitarias, pero en medio de tanta tragedia hay esperanza. La esperanza está en Jesús quien es el único que puede transformar a nuestra sociedad, solo Cristo y su Palabra son el remedio eficaz para sanar al que se ha enfermado de la pandemia del pecado.

No podemos conformarnos, aunque otros lo hagan, pero si nos conformamos sacudámonos y salgamos rápidamente del estado vegetal que nos quiere hundir en las arenas movedizas del mal. Roguemos a Dios que nos despierte para poder despertar a otros del insomnio existencialista, pues no existimos para existir sino para vivir.

El existencialismo de Sartre no es tan reciente como parece sino ha sido un pensamiento de hace muchos siglos que ha desvalorado la existencia humana reduciéndola a la nada. Lamentablemente el existencialismo es el pensamiento de una gran mayoría que ha mantenido adicto al adicto, corrupto al corrupto y pecador al pecador, promoviendo ideas frívolas y deshumanizantes que quieren plasmarse en leyes como el aborto, matrimonio entre personas del mismo sexo, entre otras. Las personas ya no tienen una clara identidad sobre sí mismas, porque nada y a la vez todo lo corrupto es lo único que poseen.

Hace unos dos mil años atrás un hombre que vivió sin sentido, pero con fama y poder, llamado Pablo reconoció milagrosamente que todo lo que poseía era basura y lo desechó porque sus ojos fueron abiertos para comprender que solo Cristo da valor verdadero al ser humano que en El cree.

 

¿DE QUÉ SIRVE SER LIBRE DE LA ADICCIÓN SI NO ERES LIBRE DE VERDAD?

“Soy libre: no me queda ninguna razón para vivir, todas las que probé aflojaron y ya no puedo imaginar otras. Todavía soy bastante joven, todavía tengo fuerzas bastantes para volver a empezar ¿pero qué es lo que hay que empezar?” (Sartre, La Náusea)

En su libro, la Náusea, Sartre se observa a sí mismo y reconoce que en verdad no tiene esperanza ni razón para vivir, su pensamiento hace que un adicto nunca sea libre, es decir que un esclavo no busque la libertad, porque carece de sentido tal búsqueda. La desesperanza del humanismo nunca será útil para dar libertad a un adicto, porque la libertad de una adicción no es verdadera libertad si no hay un propósito mayor, es decir que sin verdadera libertad solo será reemplazada la adicción por otra, pero nunca se saldrá de la esclavitud. Todo ser humana busca libertad en su vida, pero seguirá buscando y sin encontrarla hasta que reconozca que solo será posible obtener verdadera libertad en Jesucristo.

Examina muy bien todo, no te dejes llevar por la primera impresión, sino se un buen lector que usa su saber de manera práctica porque se basa en la Biblia para construir sus experiencias que lo formaran en la libertad a la que fue llamado. Como cristianos no podemos ser simples transmisores de información sino educadores íntegros e integrales que usan bien la Palabra de Verdad, porque reconocen que solo Dios puede formar e instruir al ser humano para el bien.

En Cristo nuestra percepción va cambiando poco a poco en una verdadera. Recordemos que la palabra percepción se refiere a un proceso de codificación en donde le dotamos de significado a los estímulos que recibimos del exterior, es decir que es el cómo miramos la realidad. Solemos creer que la realidad se parece o es lo mismo a lo que percibimos, pero no siempre es así, debido a que nuestros sentidos son fáciles de engañar, por lo anterior es que es un insensato aquel que dice que solo cree en lo que ve. Para que sea más claro daré un ejemplo. La pintura es una imagen construida difícil de interpretar sin ayuda del pintor, porque es él quien en su discurso le dota de significado. Así mismo, nuestras vidas son arte de Dios que solo tienen significado en la Palabra de Dios.

Las adicciones sean cuales sean solo hacen más esclavo al hombre, no le permiten vivir en libertad, sino lo ciegan, lo tratan mal, lo desvaloran y luego le incitan a seguir viviendo así. El origen de la palabra adicción proviene de un vocablo jurídico que Alonso-Fernández (2003) explica mejor de la siguiente manera:

La adicción era siglos atrás una severa sentencia jurídica que disponía el sometimiento en prenda a su acreedor de un reo condenado a causa de una deuda de dinero no liquidada. Por lo general, el beneficiario era el señor feudal y el sometido un vasallo suyo. En caso de no devolverse el dinero, esta sentencia prescribía que el entrampado se convirtiese en esclavo del denunciante, condición transmitida incluso a sus ascendientes y descendientes. [1]

La adicción se refiere a la sumisión a un amo o a un impulso no controlado que no permite avanzar sino estanca, llevando a una persona a transitar en círculos sin sentido. Muchas personas que han recibido dones de Dios han vivido como cristianos fracasados a causa de adicciones que no les permitieron servir a Dios con plena libertad. Por lo anterior las adicciones tienen que ser llevadas a Dios en oración, desde la misma ansiedad, por medio de la fe, porque solo la fe puede vencer toda adicción.

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” 1 Juan 5: 4 (RVR 1960)

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” 2 Timoteo 1: 7 (RVR 1960)

En cuanto a las adicciones al sexo, a la pornografía o a cualquier otro trastorno desde el área sexual, se puede decir que al igual que otra adicción la persona está sometida a un círculo vicioso, una cadena de esclavitud que puede darse por diferentes circunstancias o sucesos que tienen como raíz principal el pecado, pero la única manera de ser libres frente a la adicción es apartándose del pecado y reconociendo a Jesucristo en el corazón, porque solo en Jesucristo hay verdadera libertad y restauración para el alma, solo en Él es posible perdonar y salir de toda adicción. Toda ansiedad o problema sexual es resuelto únicamente en Cristo, cuando en verdad reconocemos y respondemos con sumisión a la autoridad de Cristo, como escribió Ted Roberts (2014),

¿van a responder a la autoridad amorosa de Dios diciendo: “Si Señor”, y luego seguir adelante, o no? Si no lo hacen nunca tendrán el poder de permanecer en medio de la batalla. [2]

La idolatría está ligada a todo problema sexual, porque cuando Dios no es el primero en nuestras vidas, entonces vienen los problemas en la sexualidad, por lo tanto, la invitación es primeramente a que te acerques a Dios. Si eres cristiano mantente firme en la batalla y no satisfagas los deseos de tu carne, los cuales luchan contra el espíritu y corrompen el alma. Si aún no has nacido de nuevo es necesario que comprendas que no puedes seguir buscando llenar tus vacíos por medio de la lujuria, lo que hará que tu nausea por la vida sea cada vez mayor y peor, porque solo Dios es el único que puede satisfacerte por completo.

Las adicciones son terribles, son otra forma de esclavitud, se podría decir que son peores que la misma esclavitud física que vivieron muchos pueblos africanos. A continuación, relataremos la historia de una joven que fue controlada por algún tiempo en la adicción.

Adriana cuando era una niña su padre la abandonó, prefiriendo dejar sola a su madre para vivir con otra mujer en un país diferente, pero su madre no se rindió sino luchó por ella, trabajo día y noche para sostenerla en un barrio muy pobre en la ciudad de Bogotá, pero por el cuidado de Dios a sus vidas nunca les faltó el pan diario, fueron momentos difíciles, pero Dios las sostuvo. Años después la madre de Adriana conoció a un hombre con el que se casó, pero lo mejor en su vida no fue su matrimonio sino conocer a Dios, reconocer a Cristo en su corazón. La madre de Adriana motivaba continuamente a su hija en el camino de Dios, pero ella no quería seguir a Cristo sino por el contrario, cuando entró a la universidad y consiguió un trabajo, aprovechó la “oportunidad” para irse de la casa, dando inicio a una vida de desenfreno en donde consumió diferentes sustancias psicoactivas, empezó a vivir con un hombre que era su profesor de la universidad, hasta que ya angustiada y desesperada por querer salir de lo que nunca creyó se convirtiera en una adicción, clamó a Dios de todo corazón y Jesucristo le dio la libertad de todo lo anterior.

Adriana pasó por muchas situaciones tristes para darse cuenta de la Luz y confiar en verdad en Dios, pero no tiene que pasar lo mismo contigo, no necesitamos pasar por adicciones para comprender que necesitamos nacer de nuevo, este nuevo nacimiento solo proviene de Dios, por lo tanto, clama a Él en arrepentimiento por tus pecados y pon tu mirada en Jesucristo. La respuesta siempre será Jesucristo a toda esclavitud porque solo Él puede dar libertad, existen personas que han llevado meses, años, décadas o toda su vida luchando en contra de alguna adicción, si conoces a alguien así o eres tu quien está luchando en contra de una adicción ya no lo sigas haciendo más en tus propias fuerzas, sino rinde tu vida ante Dios, doblega tu orgullo, humíllate ante la poderosa mano de Dios, arrepiéntete de corazón, clama a Dios por su misericordia, no peques más y sigue a Jesucristo.

¿Piensas que no puedes salir de la adicción? ¿Has intentado varias veces escapar del vicio pero pareces volver? Muchas personas han experimentado luchas internas en contra de sus adicciones por años, aun por toda su vida, pero también hay testimonios de personas que han podido salir de su adicción de manera eficaz, de estas últimas hablaremos más adelante, pero antes ampliemos un poco más sobre este triste flagelo que ha enfrentado la humanidad desde su caída (Génesis 3).

Las adicciones no pueden reemplazarse por otras adicciones, no es bueno para el hombre, ni tampoco es saludable que lo trate bajo sus propias reglas, psicoterapia, medicamentos o cualquier otro diseño que se haya inventado, porque no serán verdaderamente eficaces para combatir la verdadera raíz de la adicción. Es necesario ir a la fuente de toda adicción, la cual se encuentra en el corazón, es decir la mente humana, de donde salen los pensamientos que se dejan manipular por el pecado, haciendo ver bueno aquello que realmente es malo. Es importante no dejarse engañar para no caer en el pecado ni en ninguna clase de adicción, lo malo es malo, aunque parezca bueno y lo bueno es bueno, aunque pensemos que no es bueno. No es malo, dice el enemigo, probar un poco de heroína, mirar pornografía, ir donde las prostitutas, robar, matar, destruir un bien público, entre otras acciones que en verdad corrompen el corazón aún más, pero para contradecir la mentira del enemigo es necesario aferrarnos a la Verdad, a la Palabra de Dios, reprender las mentiras con la Verdad y confiar con todas nuestras fuerzas en Cristo y su Palabra, no en nosotros mismos ni nuestros vanos deseos que son engañosos y solo quieren hacernos daño. La mejor y única manera de salir de la adicción es en Cristo, porque Él es el Camino, creer en Él es lo único que nos permitirá vencer al mundo y obedecer su Palabra, aunque nuestros sentidos quieran hacernos ir tras lo contrario, porque no se trata de sentir, no podemos seguir pensando que obedecemos a Dios porque lo sentimos, sino debiera ser porque le amamos y le amamos porque Él nos amó primero. El amor no es un sentimiento que se deja engañar o es banal sino es una decisión radical que le dice no al pecado, si a la paciencia, perseverancia, sacrificio, entrega y humildad de corazón, y es el único camino, aunque angosto, en el que es posible vencer al pecado en nuestra vida.

Las personas que son adictas al cigarrillo, por ejemplo, saben que está mal fumar cigarrillo, hasta muchas de ellas dicen a niños cuánto daño hace fumar, no solo eso, sino que las cajetillas mismas de cigarrillo en Colombia dicen cosas como “fumar causa adicción”, “si fumas intoxicas a tu hijo”, “fumar te causa impotencia sexual”, “fumar te causa una muerte lenta y dolorosa”, pero muchos parecen omitir tales advertencias y siguen fumando. Nuestro problema no es de conocimiento sino de entendimiento, porque sabemos que está mal, pero muchas veces parece que no lo entendemos.

“El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y reciben el daño.”

Proverbios 22: 3 (RVR 1960)

La persona prudente escucha las advertencias, reacciona y se aparta del mal, porque reconoce que no es bueno ir contra la ley de Dios. No solo es saber que cierta conducta o acto es malo y tiene consecuencias dañinas para nuestra vida, sino es en verdad creer que es terrible, fatigoso, abrumador, es una carga de la que es necesario liberarnos, no con otras adicciones sino en ir a Jesús, porque solo en El hay verdadero descanso y libertad del pecado.

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”  Mateo 11: 28 (RVR 1960)

El pecado es la peor carga y nuestra carne el peor enemigo que tenemos que enfrentar todos los días para llevarlo de nuevo a la tumba donde pertenece y hacerlo morir. No podemos convivir armoniosamente, si estamos en Cristo, con un hombre que está viciado en el pecado, nuestro viejo hombre. A propósito de lo que estamos hablando, prestemos una vez más toda nuestra atención a lo que el Señor, nuestro Pastor, dice en su Palabra:

“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.” Colosenses 3: 5-17 (RVR 1960)

En nuestro interior sigue viviendo un hombre que está muerto, el viejo hombre del que necesitamos despojarnos por completo de toda su inmundicia, como nos enseña nuestro Creador en Efesios.

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.” Efesios 4: 22-25 (RVR 1960)

No ignoremos las artimañas de nuestros grandes enemigos que son satanás, la carne y el mundo quienes solo buscan atraernos al pecado por medio de la sensualidad para que deshonremos a Dios, pero no seamos insensatos sino sabios, temiendo a Dios quien es mayor que nuestros enemigos y ya los venció en la cruz del calvario para darnos vida, verdadera vida, una que no se pierde como nuestro cuerpo sino permanece por la eternidad.

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” Gálatas 5: 16 (RVR 1960)

“El juicio vendrá, porque quien gobierna este mundo ya ha sido juzgado” Juan 16: 11 (NTV)

“Esto es lo malo del mundo: querer complacer los malos deseos; dejarnos atraer por lo malo que vemos y sentirnos orgullosos de lo que tenemos. Pero nada de eso viene del Padre, sino del mundo. El mundo está llegando a su fin junto con los deseos que hay en él; pero el que hace lo que Dios quiere, vive para siempre.” 1 Juan 2: 16-17 (PDT)

Para el mundo y las personas que no han nacido de nuevo, no es malo lo malo, ni es bueno lo bueno, porque no tienen un criterio claro sobre el bien y el mal, ni saben bien distinguir entre lo bueno y lo malo, lo que agrada a Dios y lo que no, sino andan bajo el dictamen de la mayoría, pero para nosotros es diferente, nuestra vida es guiada por Dios, nuestra constitución son las leyes de Dios, pero también tenemos en nuestro interior una lucha en contra de ese viejo hombre que busca el mal, por lo tanto necesitamos humillarnos constantemente ante Dios para no dejarle salir de la tumba en donde habita, porque ya está muerto. En el proceso de santificación Dios fortalecerá el deseo de amar su Ley y aborrecer al pecado. Aborrecer al pecado, detestarlo y odiarlo es un sentimiento que solo puede darnos Dios y es una buena percepción frente al pecado, porque realmente es sucio y completamente desastroso. Aunque aparentemente pueda verse bueno siempre será malo, por lo tanto, desecharlo por completo en nuestras vidas es lo mejor que podemos hacer, pero no es algo que la psicología o filosofía pueda hacer, ni la educación, sino solo Cristo.

“…Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro…” Romanos 7: 25 (RVR 1960)

No necesitamos sacar altas sumas de dinero para ir a un centro de rehabilitación y salir de la adicción, cuando tenemos a Cristo solo Él puede darnos verdadera libertad para salir de todo tipo de esclavitud, por lo tanto, reconócelo en todos tus caminos y El enderezara tus veredas, agradécele con tu vida porque te ha ofrecido Salvación de tus pecados y una nueva vida.



[1] Alonso-Fernández, F. (2003), Las nuevas adicciones, Tea Ediciones, 20

[2] Ted Roberts (2014), Deseo ser puro, Editorial Buena Semilla, 190

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