APRENDE A DECIR NO
Si hacemos un examen general a nivel histórico de los problemas más graves de la humanidad, muchos de ellos han surgido por no aprender a decir NO, pensemos por ejemplo en el caso del primer pecado en la humanidad, la humanidad representada en un principio por Adán y Eva fue incitada a desobedecer a Dios por satanás, pero Adán y su esposa en vez de rechazar la tentación fueron tras el mal desobedeciendo a Dios.
Decir NO, no es
fácil cuando se quiere decir sí, pero es allí donde es probado también nuestro
carácter y fidelidad a Dios, porque es fácil obedecer a Dios cuando todo afuera
y adentro nos lleva a obedecerlo, pero en los obstáculos externos e internos se
prueba la fe y la obediencia, no es nada fácil decir NO al pecado en momentos
de tentación o seguir siendo fiel a Dios en pruebas o aflicción. El caso de los
mártires siempre ha llamado mi atención porque muchos de ellos fueron tentados
a negar a Dios y su fe en El para salvar sus vidas, pero llegaron a un punto de
una dependencia tan grande a Dios que aun sus propias vidas las tuvieron por
basura por amor a Dios.
Pensemos en
Josué, la mayoría de las personas no lo conoce por lo que hizo en Egipto cuando
lo que hizo allí fue una gran y muy buena obra, sino porque aprendió a decir NO
ante la tentación, a veces pensamos que debemos hacer grandes obras para Dios,
olvidándonos muchas veces o quizás ignorando nuestra santificación por el afán
de hacer. Pero el ser, el ser se construye integralmente en el camino de la
santificación, con esto no quiero decir que somos los que nos construimos, sino
es Dios por medio de su obra en nosotros el que nos va formando. El Señor
edifica su Palabra en nuestras vidas, siembra en corazones dispuestos a
escuchar, retener y obedecer su Voluntad, por lo tanto, presentémonos delante
de Dios con un corazón rendido y dispuesto a hacer su Voluntad.
“…pues la voluntad de Dios es vuestra
santificación; que os apartéis de fornicación” 1 Tesalonicenses 4: 3 (RVR 1960)
Dios quiere que
seamos santificados, no solo eso, sino que debemos reconocer que solo en Dios
podemos ser santificados, por lo tanto, confiemos en Dios, descansemos en El y
apartémonos del mal.
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