VIVE EL EVANGELIO
“Por tanto, acéptense los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para la gloria de Dios. Pues les digo que Cristo se hizo servidor de la circuncisión para demostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas dadas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por Su misericordia, como está escrito: «POR TANTO, TE CONFESARÉ ENTRE LOS GENTILES, Y A TU NOMBRE CANTARÉ». Y vuelve a decir: «REGOCÍJENSE, GENTILES, CON SU PUEBLO». Y de nuevo: «ALABEN AL SEÑOR TODOS LOS GENTILES, Y TODOS LOS PUEBLOS LO ALABEN». Y a su vez, Isaías dice: «RETOÑARA LA RAÍZ DE ISAÍ, EL QUE SE LEVANTA A REGIR A LOS GENTILES; LOS GENTILES PONDRÁN EN ÉL SU ESPERANZA».” Romanos 15: 7 – 12 (NBLA)
Podemos
apreciar en esta hermosa pericopa de Romanos la vida consecuente que es llamado
a vivir quien ha nacido de nuevo. El apóstol Pablo exhorta a la comunidad de
cristianos de Roma a vivir en unidad, judíos y gentiles creyentes, porque tanto
unos como los otros fueron llamados a alabar a Dios. En nuestro contexto
contemporáneo, el llamamiento es el mismo, vivir como cristianos una autentica
vida cristiana lejos de pleitos y divisiones absurdas.
Nuestro
más grande ejemplo de vida cristiana es Jesucristo, quien no se agradó a sí
mismo, sino que se ofreció como un sacrificio vivo, inmolado una vez y para
siempre, por nuestros pecados. Su sacrificio es una evidencia clara de su amor,
el cual debemos imitar. Fue verdadero amor el que nos demostró, no uno
superficial, banal o sentimental como lo enseña el mundo sino uno verdadero,
uno que fue genuino y verdadero, porque no se agradó a si mismo sino dispuso su
vida por nosotros.
Si
en verdad crees que la obra de Jesucristo fue suficiente para poder ser libre
de la condenación que mereces, entonces en tu corazón debería brotar un agradecimiento
tan profundo a Dios que te debería motivar de manera natural en el amor a tus
hermanos, en sobrellevarlos, soportándolos y sirviéndolos generosamente. Como
se dijo anteriormente, la rivalidad entre judíos y gentiles creyentes fue uno
de los problemas más grandes de la Iglesia primitiva, pero no es tan diferente
hoy en día, se siguen dando pleitos innecesarios dentro de las iglesias
motivados por un corazón orgulloso, esto no debe ser asi.
El
cristiano no debe actuar de la misma manera que hace el mundo, con soberbia y
orgullo, en egoísmo y nepotismo, sino su obrar principal debe ser el amor, es
que el amor es un distintivo del cristiano, por lo que tambien es llamado
amado. Si el cristiano no muestra amor con sus hermanos, compadeciéndose de
ellos para exhortarlos a glorificar a Dios, con el fin de que todos unidos como
un mismo cuerpo alabemos y honremos a Dios, entonces debe empezar a cuestionar
la genuinidad de su fe, porque una fe que no produce obras es una fe muerta.
Si
una persona que se hace llamar cristiana, solo se preocupa por su propio
bienestar y no piensa en sus hermanos orando por ellos y ayudándoles, principalmente
en su santificación, entonces no evidencia una vida que procura vivir conforme
a su Señor, y podríamos concluir que muy probablemente no ha nacido de
nuevo. Se ha enseñado con claridad en
los primeros capítulos de esta epístola la realidad del ser humano y la obra de
Jesucristo, pero si el evangelio no ha transformado la vida de una persona
entonces no ha creído en el evangelio, porque creer implica guardar, obedecer y
vivir conforme a su enseñanza. No es que se esté hablando de perfección pero si
de un corazón transformando que procura vivir conforme a la voluntad de Dios y
la voluntad de Dios nos enseña que con corazones limpios, como un mismo cuerpo
en Jesucristo, debemos glorificar a Dios por su Misericordia. A manera de
aplicación, el consejo practico que quiero darte es llama, escribe o habla con
un hermano en Cristo, para exhortarlo, es decir animarlo, con un mensaje de la
Palabra a glorificar a Dios.
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