RECONCILIADOS CON DIOS POR ÉL
“Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.” Romanos 5: 10-11 (LBLA)
La
acción pasiva del creyente frente a su Salvación es evidente, Romanos nos ha
enseñado que fuimos reconciliados, es decir que Dios nos reconcilió con Él, y
el medio que usó, para su Reconciliación, fue la muerte de su Hijo. Dios Hijo
fue enviado por el Padre para morir en la cruz por todo aquel que cree en Él,
aquellos que fueron reconciliados con Dios. El misterio de la Salvación nos
enseña que aun la fe y el arrepentimiento no vinieron de nosotros sino de Dios
mismo, por Su Gracia, porque siendo enemigos de Dios no podíamos hacer nada
para salir de aquel estado.
El
estado humano de enemistad con Dios es evidente en la Biblia desde Genesis 3,
como tambien lo es en la cotidianidad. Las personas huyen constantemente de
Dios, procuran vivir su mejor vida a su manera, sin Dios, como lo procuró hacer
Caín. Pero una vida sin Dios no es vida, y no es posible vivir si Dios no da
vida, porque en Él es que vivimos y nos movemos, por lo tanto la necesidad de
Dios es completa, no solo para nuestra subsistencia en esta vida sino para
nuestra eternidad Celestial. No podemos entonces pretender gloriarnos o
exaltarnos por nuestras obras, sino debemos humillarnos ante Dios
continuamente, dando gracias por su Obra de Expiación, cuando hablamos de Obra
de Expiación nos referimos a su Obra de Redención, Reconciliación y Salvación
que se refiere al pago por nuestro rescate, su Sacrificio en la Cruz, perfecto
y completo, que proveyó reconciliación de la relación del hombre con Dios.
La
acción de Dios en la Salvación es activa, pero es pasiva para el ser humano,
como bien dijimos antes. Pero esto no significa que debamos vivir en pasividad
como cristianos, sino por el contrario, gracias a Su Redención podemos vivir de
manera activa, en un continuo agradecimiento a Dios, demostrándolo con nuestros
hechos, reflejando a través de nuestras acciones el cambio que ha realizado
Dios en nosotros, porque quien no evidencia frutos es una persona que aun no ha
nacido de nuevo, no vive aún. Por lo anterior, reconociendo la Obra de Dios
vivamos en esperanza, poniendo nuestra mirada en nuestro Redentor, nuestro
Señor Jesucristo, en quien hemos recibido el regalo de la reconciliación y
llamemos a todo hombre al arrepentimiento y fe en Jesucristo, anunciando los
atributos de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su Luz Admirable.
Nuestro
Señor es merecedor de toda gloria y honra, no depende de nosotros, porque es
independiente, único Ser no creado, pero Creador de todo, existe por Si mismo,
Santo, Santo, Santo, completamente diferente e infinitamente superior a todos
nosotros, incomprensible para nuestra finita mente, pero cognoscible, es decir
que podemos conocerlo por la Gracia de Dios y alabarle con un corazón humilde,
sencillo, solo por Su Misericordia y Bondad, porque como criaturas vanas hemos
andado en pos de nuestra corrupción, esclavos de la maldad, merecedores de todo
lo malo eternamente, pero en Su Obra de Compasión tenemos confianza de su
Salvación y Preservación, por lo que podemos perseverar en la fe aquellos que
por Su Bondad hemos creído en Él, para exaltar a quien solo lo merece, nuestro
único Dios, Señor y Salvador.
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