NO NOS VANAGLORIEMOS

 “…porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en Su bondad. De lo contrario también tú serás cortado. Y también ellos, si no permanecen en su incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza es un olivo silvestre, y contra lo que es natural fuiste injertado en un olivo cultivado, ¿cuánto más estos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?” Romanos 11: 21-24 (NBLA)

Si Dios nos perdonó a los que lo rechazaron, a los que vino y no lo recibieron (Juan 1: 11-18), a las ramas naturales que se refieren a los judíos ¿Qué nos hace creer que a nosotros nos perdonara? ¿Qué nos lleva a jactarnos ante ellos? A nosotros tampoco nos perdonara si no recibimos y creemos en el nombre de Jesucristo. Es evidente que Dios quiere enseñarnos la humildad, a que el camino a la Salvación es angosto, pero tambien es tan bajo que se debe transitar en humillación, es uno en el que debemos perseverar con todas nuestras fuerzas, porque es nuestra responsabilidad. Aunque parece que nos estuviera diciendo que de no hacerlo, de no perseverar en la fe podríamos perder la salvación, lo que quiere decir es que nuestra responsabilidad es perseverar, porque el verdadero cristiano persevera, es el anhelo ferviente de su corazón permanecer en la Bondad de Dios, pero puede caer, pecar, equivocarse, por lo que no podemos hablar de la perseverancia de los santos sin hablar de la preservación de Dios, porque Dios es el que preserva a sus hijos para que aun en medio de su caída puedan volver a levantarse (Prov. 24: 16-18), de no tener esta marca no es un verdadero cristiano.

La segunda parte de este texto habla de aquellos que no permanecen en su incredulidad, que dejan atrás su escepticismo y corren con completa convicción y en reconocimiento de su necesidad a Jesucristo. Ellos, somos todos nosotros los que hemos creído en Jesucristo, ramas que fueron desgajadas, sin vida, pero que por la Gracia de Dios fuimos injertados en Jesucristo. No fuimos injertados por nosotros mismos, sino por el Gran Agricultor que es Dios mismo, que en su gran misericordia nos ha injertado para darnos vida y disfrutar de la dulce savia, la sustancia vital que nos lleva a crecer y desarrollarnos, por lo tanto una vez más no nos ensoberbezcamos sobre los judíos, evitemos todo pensamiento antisemita, pero tambien todo pensamiento racista o etnocéntrico que ignora que en Jesucristo no hay judío ni griego (Gal. 3: 28), puesto que como Iglesia somos de Jesucristo.

El primer llamado de este devocional es a los que no conocen a Jesucristo, que son ramas desgajadas sin vida, a que se alejen de su incredulidad y que en confianza se acerquen a Dios en arrepentimiento y fe, con un corazón contrito y humillado, porque solo en Él hay esperanza de vida. A los que son cristianos se les invita a recordar continuamente que antes estaban sin Dios y sin esperanza en el mundo “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo” (Ef. 2: 13).

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