EN JESUCRISTO PUEDES AGRADAR A DIOS
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.” Romanos 8: 5-8 (RVR 1960)
Los
que son hijos de Dios, los creyentes, aquellos que aman a Dios son del Espíritu,
porque por el Espíritu Santo han nacido de nuevo y son orientados por la Gracia
de Dios a todo lo que es del Espíritu que es el amor, el gozo, la paz, la
paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza, como
enseña Gálatas 5: 22-23. Pero no significa que nunca tendrán comportamientos
pecaminosos, porque como se ha explicado anteriormente, tienen una continua
lucha en su interior, en donde se equivocarán, pero esto no será un continuo en
su vida, porque su disposición interior se encuentra inclinado principalmente
hacia Dios, luchando para poner y mantener su mirada en las cosas de arriba
(Colosenses 3: 2). Este pasaje de Romanos es un contraste entre un creyente y
un no creyente, porque los que son de la carne, los no creyentes, aquellos que
en su naturaleza corrompida solo buscan su propio deleite son totalmente
opuestos a los creyentes.
El
que se ocupa de la carne es el hombre natural (1 Cor. 2: 14), es decir, aquel
que no ha nacido de nuevo y esta espiritualmente muerto, por lo tanto solo
busca lo muerto, se encuentra completamente lejos de Dios y vive en oposición
continua a la santa voluntad de Dios, obrando en la banalidad del adulterio, la
fornicación, la inmundicia, la lascivia, la idolatría, entre muchas otras
semejante, enseñadas en Gálatas 6: 19-21, lo cual implica todo lo que ofrece el
mundo: la pasión de la carne, de los ojos y la arrogancia de la vida. La
inclinación del mundo, de aquel sistema contrario a Dios, proviene de todo
aquello que odia a Dios. Este contraste entre el creyente y no creyente enseña
claramente que solo hay un camino de verdadera vida y es el Camino, Jesucristo,
por lo que todo lo que no pertenece a Jesucristo es muerte. Si no vives en
Jesucristo estas en muerte, pero aquellos que el Padre da a Jesucristo vienen a
Él y quienes a Él van, no son echados fuera (Juan 6: 37).
Nadie
que viva en la carne, fuera de Jesucristo, puede agradar a Dios, porque está
muerto espiritualmente, necesita nacer de nuevo para que viviendo pueda agradar
a Dios, porque solo los que son creyentes pueden obedecer la Ley, gracias a
Jesucristo. Es en Jesucristo que el muerto tiene vida y es en Jesucristo que el
que tiene vida puede obedecer la Ley, no solo obedecerla sino puede también llegar
a disfrutarla y saborearla con regocijo, puesto que para el creyente se ha
convertido en algo más dulce que la miel, aunque a veces se le olvida por la
distracción de este mundo. Conforme a lo anterior podemos aplicar el pasaje a
nuestra vida como creyentes en recordar primeramente nuestra identidad en
Jesucristo y que gracias a lo que somos en Jesucristo podemos obedecer Su
Palabra, por lo tanto no nos desanimemos ni creamos que no podemos agradar a
Dios, claro que si podemos, pero solamente en Jesucristo, y es en Él que
podemos hacer uso de los medios de la gracia que son una gran ayuda para nuestra
santificación, estos son: la Palabra de Dios, la oración, el bautizo y procurar
participar de la santa cena dignamente. Por lo anterior en tu crecimiento en la
Gracia, como cristiano, necesitas de una iglesia de sana doctrina, si aún no te
reúnes o no conoces de una iglesia de sana doctrina escríbenos para
recomendarte alguna. Que Dios te bendiga y recuerda que solo a Dios sea toda la
gloria.
“No
a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu
misericordia, por tu fidelidad.” Salmo 115: 1 (LBLA)
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