EL FIN DE LA LEY ES CRISTO
“Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.” Romanos 10: 1-4 (RVR 1960)
En aquel primer siglo de la Iglesia muchos
judíos pensaban ser libres y lo aseguraban diciendo: “«somos descendientes de
Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie”, por lo que cuando
Jesucristo les dijo “la verdad los hará libres”, contestaron diciendo “¿Cómo
dices Tú: “Serán libres”?” (lea Juan 8: 31-32). El pueblo de Israel, como toda
nación, está en condenación, no es libre, de ninguna manera conoce lo que es la
libertad, y los judíos debían entender que no porque eran hijos de Abraham eran
salvos de la ira de Dios. Juan el bautista les respondió a los que asi creían,
de la siguiente manera:
“Haced,
pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros
mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar
hijos a Abraham aun de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la
raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y
echado en el fuego.” Mateo 3: 8-10 (RVR 1960)
Los israelitas tienen una gran ventaja en
haber recibido primero las Escrituras, pero esto no los hacia salvos, ni
tampoco que fueren hijos de Abraham, pero se aferraron, como muchos siguen
haciéndolo a tener por padre a Abraham.
“Ellos
le contestaron: «Abraham es nuestro padre». Jesús les dijo*: «Si son hijos
de Abraham, hagan las obras de Abraham. Pero ahora me quieren matar, a
Mí que les he dicho la verdad que oí de Dios. Esto no lo hizo Abraham.”
Juan 8: 39-40 (NBLA)
Los verdaderos hijos de Abraham son aquellos
que como Abraham han creído en Aquel que justifica, y son bienaventurados, es
decir, felicísimos porque sus pecados, gracias a la Obra Redentora de
Jesucristo, han sido perdonados (Romanos 4: 1-9). El arrepentimiento y la fe,
no las obras, ha sido el medio de la salvación que Dios ha demandado a todo
hombre (Juan 1: 12, Hechos 17: 30), por lo tanto la oración por Israel no debe
ser otra que por su salvación, no para que sean salvos de sus enemigos que les
rodean sino para que sean salvos de la inminente ira de Dios, como debe ser
nuestra oración por cualquier otra nación, pero bien sabemos que no hay
salvación sino solo en Jesucristo, y al decir solo en Jesucristo, excluimos
otros medios, porque solo hay un Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo.
Este es el único evangelio, el evangelio de la Gracia, que exhorta a todo
hombre, sin importar quien fuera a arrepentirse y creer en el Señor Jesucristo.
“Jesús
les dijo: «Si Dios fuera su Padre, me amarían, porque Yo salí de Dios y vine de
Él, pues no he venido por Mi propia iniciativa, sino que Él me envió. ¿Por qué
no entienden lo que digo? Porque no pueden oír Mi palabra. »Ustedes son de su
padre el diablo y quieren hacer los deseos de su padre. Él fue un asesino desde
el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él.
Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el
padre de la mentira. Pero porque Yo digo la verdad, no me creen. ¿Quién de
ustedes me prueba que tengo pecado? Y si digo verdad, ¿por qué ustedes no me
creen? El que es de Dios escucha las palabras de Dios; por eso ustedes no
escuchan, porque no son de Dios».” Juan 8: 42-47 (NBLA)
El apóstol Pablo enseña su amor por Israel
porque es israelita, manifiesta que ora por ellos, para que sean salvos, pero
deja una vez más claro que el celo de ellos por Dios carece de pleno
discernimiento, puesto que si tuvieran un “santo celo” habrían oído y creído en
el mensaje de Jesucristo y en Jesucristo, pero no le creyeron, no podían seguir
pensando que por ser hijos de Abraham ya eran libres de toda condenación, de
ninguna manera, porque el único que puede justificar al impío es Jesucristo. Muchos,
como los judíos mesiánicos, alegan que Israel es salvo sólo por el hecho de ser
judíos observantes de la ley, pero ellos ignoran que la ley no justifica al
hombre, sino que el fin de la ley es Jesucristo “de manera que la ley ha venido
a ser nuestro ayo para conducirnos a Cristo, a fin de que seamos justificados
por la fe” (Gal. 3: 24), es decir que la ley es un gran maestro que nos enseña
a Jesucristo, quien fue el único que cumplió fielmente toda la ley, es en la
ley que conocemos que somos grandes pecadores y que necesitamos urgentemente al
Gran Salvador.
La importancia de recordar todos los dias que
hemos sido justificados solo por Gracia, solo por medio de la fe, solo en
Jesucristo, es tal que muchos por olvidarlo han caído en el engaño del legalismo,
en la letra muerta de la ley, creyendo que es por obras y no por Gracia, con
esta claridad no estamos diciendo que no debamos procurar las buenas obras sino
que ellas son consecuencia y no causa de la salvación, son una acción de
gratitud del creyente, un accionar conforme a la Ley de Dios, que como
cristianos debemos procurar hacer en todo momento porque fuimos comprados por
la sangre de Jesucristo para servir a Jesucristo como esclavos suyos y es
bienaventurado todo aquel que anda en la voluntad del Señor, pero en ese andar,
como cristianos, debemos reconocer que estamos bajo la gracia y que solo es en
la gracia de Dios que debemos vivir y obrar.
Lo anterior tambien debe llevarnos a pensar
en que cristiano no es aquel que nace en un hogar cristiano, vive en un
contexto cristiano o asiste continuamente a un culto cristiano, sino que
cristiano es aquel que ha nacido de nuevo, por lo tanto no creas, como lo
hicieron los judíos que por tener padres cristianos, estudiar en un seminario
reformado, haber estudiado con profundidad las Escrituras eres salvo, de
ninguna manera, porque hasta podrias haber vivido de manera piadosa sin ser
piadoso, por lo tanto si tu conciencia y corazón te está llamando hoy al
arrepentimiento y a la fe en Jesucristo no calles su voz y ve ante Dios en
arrepentimiento sincero, poniendo tu mirada en Jesucristo, porque solo en
Jesucristo hay salvación, y como cristiano no dejes de orar a Dios para que
envié obreros a su mies, es decir hijos suyos bien preparados en la Palabra de
Verdad (2 Tim. 2: 15) a lugares y personas que necesitan escuchar el evangelio,
porque la mies es mucha y los obreros son pocos (Mat. 9: 38-39).
Comentarios
Publicar un comentario