EL CAMINO QUE ME GUÍA AL VERDADERO AGRADECIMIENTO
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.” Efesios 5: 15-20 (RVR 1995)
Mirar con mucho cuidado y
atención nuestro caminar es un autoexamen diario que nos debe llevar a un
resultado: andamos como necios o como sabios. Si andamos como necios, es decir
en orgullo, engaño y rebeldía, como enseña Proverbios 12: 15-28, debemos
reconocerlo en primer lugar y arrepentirnos de este mal andar para poner
nuestros pies en la senda de los sabios, pero ¿Cuál es este sendero?
La senda de los sabios es de
vida y paz que tiene como principio el temor al Señor, uno que no se refiere a
miedo o susto sino a reverencia, honra y respeto a Dios. Este camino no es
posible andarlo bajo principios morales o éticos, la misma Biblia nos enseña en
Romanos 3 que es un camino que ningún ser humano quiere, como tampoco puede
transitar.
“Jesús le dijo: «Yo soy
el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí.” Juan
14: 6 (NBLA)
Jesús no vino a mostrarnos
un camino para la salvación sino que El mismo se presentó como El Camino, es
asi que solo en Jesucristo es posible la Salvación para el ser humano de su
propia incapacidad de hacer el bien, para poder rendir el corazón en
humillación ante Dios y adorarle como Él quiere, haciendo lo que es
verdaderamente justo y recto ante Sus ojos. Es asi que el insensato puede ser
un entendido de la sana doctrina, por medio de la cual comprende la voluntad de
Dios.
Un corazón que es lleno del
Espíritu Santo es uno que se ha expuesto constantemente a la predicación
expositiva de la Palabra de Dios y la ha guardado en su corazón, buscando
obedecer la Ley de Dios. Es asi que un corazón que se ha cimentado en la buena
enseñanza es uno agradecido a Dios, por Su Gracia que le ha guiado al Camino y
día a día reconoce que nada puede hacer sin Jesucristo.
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