ANDAR POR EL ESPÍRITU
“Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne. Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne, vivirán.” Romanos 8: 12-13
En
Jesucristo tenemos esperanza de vida lo que significa que nuestro espíritu está
vivo a causa de la justicia de Jesucristo y que nuestro cuerpo después de morir
tendrá esperanza de la resurrección en un cuerpo santo e inmortal. Lo anterior
es algo que como cristianos debemos recordar todos los dias para vivir como
vivos que vivirán para siempre, como deudores eternos de Dios, porque Dios nos
dio lo que necesitábamos pero no podíamos pagarlo y nunca podremos pagarlo, por
lo tanto vivamos eternamente agradecidos a Dios, de una manera coherente, negándonos
a vivir para la carne y a todo deseo engañoso.
La
carne, en este contexto, no se refiere literalmente al cuerpo, a la materia,
sino que es definido como el mal, ese mal que en Romanos 7 Pablo había
explicado que habitaba en nosotros, aun siendo creyentes, pero ya no es nuestro
amo, sino ahora es un esclavo que debemos matar diariamente, porque de no
matarlo puede engañarnos. La carne no morirá en esta vida, pero en la
resurrección de un nuevo cuerpo glorificado ya no estará en nosotros, por lo
tanto en un futuro ya no tendremos que lidiar con este grave problema, pero
mientras luchamos contra este mal debemos negarle comida y atención, para que
sea débil y no tenga fuerzas, pero no podemos luchar contra este gran mal en
nuestras propias fuerzas sino solo por el Espíritu Santo, para que nuestro
espíritu que ha sido vivificado por la Gracia de Dios se fortalezca y la carne
débil sea flagelada.
Andar
por el Espíritu Santo es la mejor forma de hacer morir las obras de la carne,
es el camino de la santificación como enseña Gálatas 5: 16. Por lo tanto es
importante enfocarnos en lo que significa ser guiados por el Espíritu Santo. La
obra del Espíritu Santo es santificadora en el creyente, significa seguir en
obediencia a la Palabra de Dios (1 Tim. 4: 16), abstenernos de las pasiones
carnales (1 Ped. 2: 11), obedecer la Gran Comisión (Mateo 28: 18-20), ser
humildes (Gal. 5: 25-25), usar bien la Palabra de Verdad (2 Tim. 2: 15) y perseverar
en la fe (1 Tim. 4: 16, Stg. 1: 12), pero no es obra del Espíritu Santo gritar
como locos, echar de espumarajos, caerse de para atrás, hablar sin sentido,
entre otras sandeces irracionales que hacen parte de las ocupaciones de la
carne, son una burla y ofensa para Dios de lo cual muchos tendrán que dar
cuentas, porque son obras muertas.
La
vida que a Dios le agrada es una que ha aprendido a confiar en Dios en medio de
cualquier situación y que reconoce de corazón que vivir por la fe en Jesucristo
es andar en el Espíritu, por lo tanto solo en la confianza en Jesucristo es
posible hacer morir las obras banales de la carne. Ruega a Dios que su
misericordia te guía cada día al arrepentimiento y a la fe en Él, procura ser
fiel en el Señor en todo y regocíjate en la Salvación que Dios te ha dado, si
es que de verdad eres cristiano. Que Dios te bendiga y recuerda que le debemos
honra primeramente a nuestro Señor y Dios.
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