LA LEY SIN GRACIA ES UNA DESGRACIA
La ley nos prohíbe realizar ciertas acciones que
podemos cometer, para evitar hacerle daño a alguien o a uno mismo, pero
principalmente la Ley de Dios nos enseña de Dios, porque su Ley nos indica lo
que quiere de nosotros, que más que sacrificios es obediencia.
“Y
Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y
sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer
es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de
los carneros.” 1 Samuel 15: 22 (LBLA)
Pero la obediencia a la Ley de Dios no es posible en un
corazón orgulloso, sometido al pecado, y en esa condición por naturaleza
estamos todos desde nuestro nacimiento, por lo tanto la Ley de Dios también nos
enseña nuestra condición miserable y necesidad absoluta de Jesucristo.
“Dicho de otra manera, la ley fue nuestra tutora hasta
que vino Cristo; nos protegió hasta que se nos declarara justos ante Dios por
medio de la fe. Y ahora que ha llegado el camino de la fe, ya no
necesitamos que la ley sea nuestra tutora. Pues todos ustedes son hijos de
Dios por la fe en Cristo Jesús.” Gálatas 3: 24-26 (NTV)
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