UN LLAMADO A LA SANTIFICACIÓN

“Considerad, pues, hermanos, vuestra vocación y ved que no hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte;  y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención, para que, como está escrito: «El que se gloría, gloríese en el Señor.»” 1 Corintios 1: 26-31 (RVR 1995)

 

Ninguno que ha sido rescatado por Jesucristo de las garras del maligno puede decir que fue por su propia fuerza o valentía, sino debe reconocer que su vida era miserable, pobre, herida por el pecado, rodeada de ruinas y sin posibilidad alguna de libertad, porque se encontraba en la densa oscuridad del pecado, pero por gracia, por medio de la fe en Jesucristo, fue que fuimos rescatados, regenerados e introducidos a un camino diferente, opuesto al anterior, en donde la Biblia es nuestra guía, alimento y sustento, que día a día nos va dando crecimiento en aquella vida nueva que comenzó desde que fuimos salvos del infierno y del mal.

 

La nueva vida que Dios nos ha dado por su gracia es un regalo del que debemos estar agradecidos constantemente de tal manera que en nuestras acciones reflejemos tal agradecimiento sirviendo al Señor como vivos entre los muertos que ya no viven para sí sino para aquel que por su misericordia le dio Salvación y Vida Eterna.

 

 

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