RAZÓN, FE Y CORAZÓN
En nuestro
peregrinaje como hijos de Dios sobre este mundo, habitando en tierras extrañas como
extranjeros, se nos presentaran muchas situaciones de conflicto, tanto internas
como externas, que solo bajo la dirección de Cristo como nuestro Señor,
podremos enfrentar de una manera sabia y sencilla.
La razón,
la fe y el corazón son áreas de constante conflicto que una vez entregadas a
Dios, nos permitirán vivir con un corazón conforme a la voluntad de quien nos
creó.
RAZÓN
La Razón
es importante para el desarrollo del ser humano porque coordina ideas, aclara
proyectos, soluciona conflictos y establece diferencias, ella se ha dado a conocer
como la base de la educación, el pilar de la ciencia, la entrada a la
modernidad y sus halagos podrían continuar...
La razón
se presenta como un motivo, una demostración, una causa o un argumento que
puede ser puesto a prueba por ella misma. Sin razón alguna el hombre no puede
vivir bien, porque la razón hace parte de la misma esencia con la que Dios lo
dotó.
En
la obra principal del filósofo prusiano, critica de la razón pura, Kant (1781)
hace el siguiente comentario sobre la razón:
“La razón humana tiene, en una especie de sus
conocimientos, el destino particular de verse acosada por cuestiones que no
puede apartar, pues le son propuestas por la naturaleza de la razón misma, pero
a las que tampoco puede contestar, porque superan las facultades de la razón
humana.” (p.8)[1]
La razón
humana en su aspecto físico se puede estudiar en las neuronas, el cerebro y el
cerebelo, así como en sus conexiones con la realidad material, con lo tangible
y perceptible sensorialmente. Es importante para comprender diferentes
dinámicas del mundo material, pero no puede comprender a cabalidad el mundo
intangible, es decir que no tiene la capacidad de entender y percibir el mundo
espiritual.
La razón
es importante para manejar situaciones de caos, aun para controlar los
diferentes estados emocionales. Una persona que confía en el Dios de la Biblia,
el Dios Verdadero, tiene que usar más su razón sometida a la Biblia, que sus
sentimientos cuando enfrenta situaciones como las pruebas y las tentaciones.
Estas últimas, las tentaciones, provienen muchas veces de un deseo de
descontrol en el ser humano llamado concupiscencia, que en palabras de Agustín
de Hipona es “un fuego inquieto” que debemos apagar constantemente porque
deforma nuestros deseos naturales. Este mismo filosofo cristiano sostiene que
“en virtud de nuestra libertad y de la gracia de Dios derramada en nuestros
corazones a través de Cristo, podemos resistir las tentaciones y hacer el bien”[2]
La razón
es significativa, Dios nos invita a razonar (Isaías 1: 18-20). No es lógico, ni
existe un argumento bastante sólido para justificar la rebeldía en contra de
Dios, pero si es razonable acercarse a Dios, buscar su misericordia y perdón,
conocer a quien adoramos (Hechos 17: 22-23), escuchar su Palabra y estar atentos
a su instrucción.
Las personas
que dicen usar la razón y se llaman a sí mismos sabios, científicos,
conocedores de misterios, pero no adoran a Dios, ni glorifican su nombre,
tienen un entendimiento envanecido (1 Corintios 1: 18-31) que los ha convertido
en verdaderos necios (Isaías 29: 14). Muchos podemos actuar de esta misma
manera, como necios, actuando antes de pensar, cuando no permitimos que el
Espíritu Santo controle nuestros pensamientos y nuestras acciones. Solo Él, el
Espíritu Santo, nos faculta como hijos de Dios, para vivir con sabiduría sobre
esta tierra.
Los
pensamientos son la materia prima de la razón, por lo tanto, si nuestros
pensamientos son buenos nuestra razón también lo será, pero si nuestros
pensamientos son malos, nuestras intenciones también serán malas y por
consiguiente nuestras acciones no serán agradables delante de Dios (Santiago 2:
4).
FE
La
fe es un elemento importante en la fortaleza de un creyente y es el único medio
que Dios estableció para la salvación del hombre.
La
razón humana nos permite comprender muchas situaciones a través de la lógica,
así como nuestras emociones dan un sabor particular a nuestras palabras y son
importantes estímulos para emprender proyectos y tomar decisiones, pero la fe
es sobrenatural, es una característica espiritual, no puede provenir del
hombre, es un regalo de Dios y el único medio para acercarnos a Él y a su
Palabra. Es la fe la que nos permite disfrutar la creación de Dios y nos lleva
a razonar con sabiduría. John Pipper (1997) hace un comentario muy certero
sobre la fe. Él dice:
“…la fe no es solo un acto de respuesta del alma; también
es el acto de percepción, o asimiento o entendimiento. Es un acto espiritual
que ve las huellas dactilares de Dios. Esto no significa que usted cree que las
cosas surgen. Eso sería un pensar con muchos deseos - el poder del pensamiento
positivo. Esa no es la fe auténtica. La fe real está basada en la Verdad real…”
[3]
La
fe no es un pensamiento positivo, ni es declarar cosas para que surjan. No es
fe en la fe el significado de la fe, sino la fe es confianza en Cristo, en su
Obra Redentora, creer en la Palabra de Dios, tener la convicción de que vendrá
y que nos cuida. La fe no proviene de los discursos emotivos, ni de canciones
sensacionalistas, sino de la Palabra de Dios (Romanos 10: 17).
La
fe es el escudo del creyente (Efesios 6: 10-17), son los lentes que nos
permiten ver a Dios como el Creador del universo (Salmos 19: 1), como nuestro
Señor y como nuestro Salvador (Juan 3: 16), son las fuerzas que nos llevan a
enfrentar cada situación con gozo, aun cuando hayan momentos de tribulación y
angustia. Es por medio de la fe que nos sometemos a Dios, obedecemos su
Palabra, creemos en el evangelio y compartimos a otros del amor de Dios.
Si
nos falta sabiduría, pedimos a Dios sabiduría por medio de la fe (Santiago 1:
5), si tenemos problema con el raciocinio podemos alimentar nuestra razón por
medio del estudio, si tenemos aflicción oramos, si estamos alegres cantamos a
Dios (Santiago 5: 13), pero si no tenemos fe, es necesario que nos humillemos
ante Dios, reconozcamos nuestros errores, renunciemos a una vida de pecado, al
legalismo, al libertinaje, a la falsedad y entreguemos todo nuestro ser a Dios,
creyendo en Jesucristo, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo
(Juan 1: 29).
CORAZÓN
El
corazón se refiere, en la Biblia, principalmente al hombre interior, aunque
algunos también dicen que podría llegar a ser visto como el alma y el espíritu
sin distinción alguna. Pero en este texto nos referiremos al corazón como el
área emocional del ser humano.
La
tristeza, alegría, desanimo, rabia, amargura y gozo, entre muchos otros matices
que se pueden encontrar en las emociones, le dan un color particular a las
palabras que decimos y no decimos. Son el sabor que nos permite socializar,
aprender y crecer de una manera particular como individuos y sociedad. Pero
estas emociones tienen que ser gobernadas por Dios, no pueden vivir en una
anarquía, porque esto provocaría inestabilidad y caos.
La
psicología, en la contemporaneidad ha jugado un papel esencial en la estabilidad
del sistema educativo actual, entendiéndose este sistema como una estructura
dogmática que forma un pensamiento.
“todos los niños
de cualquier lugar serán mucho más hábiles en aquellas ocupaciones que tienen
que ver con sus intereses y sus esfuerzos, y que son valorados por los adultos
y sus iguales en el entorno. La habilidad se desarrolla no tan solo en áreas de
vocación y distracción sino también en las sencillas actividades de la vida” (H. Gardner, 1993, p. 115)[4]
La
educación en esta época está buscando cimentarse en el área emocional y ya no
en la razón, con tal determinación que ha propuesto formar como aptitudes de un
pedagogo las siguientes 4 categorías de competencias emocionales: comunicación,
motivación, autonomía y gestión (Chabot, 2009, p. 20)[5].
Las
emociones pueden llegar a ser un arma de bien o un arma de mal, no tienen vida
independiente, sino dependen de como las alimentamos. Si son alimentadas de
vanidad, preocupaciones y egoísmo, entonces su fruto será peor, pero si las llevamos
ante Dios para que El sea controlándolas, de seguro que sus resultados serán
estabilidad y tranquilidad.
Sin
desmeritar completamente el papel de la psicología, es importante recalcar que
ningún oficio humano ha podido ni podrá frenar la angustia del corazón del
mismo ser humano, porque no es con la razón humana materializada que se trata
este problema sino es Jesucristo la única solución, creer en El, en el poder de
la Palabra de Dios y vivir una vida de constante oración (Lucas 21: 33-36).
El
creyente siempre saldrá vencedor de los problemas que rodean a la razón, la fe y el corazón en la victoria de Cristo. La
razón, la fe y el corazón puestos en marcha por el poder del Espíritu Santo
generaran un cambio notable que permitirá observar lo cotidiano de una manera
particular, propia y singular, porque alimentaran la templanza y el deseo de
que Dios sea glorificado en medio de las naciones.
“Vivo
yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará
a Dios.”
Romanos 14: 11
[1] Immanuel Kant (1781). Critica de la Razón
Pura. Luarma Ediciones.
[2] Ética Sexual. Gozo y empuje del amor
humano. Eunsa. España. p. 64
[3] John Pipper (1997). Lo que sabe y
espera la fe. Recuperado de https://www.desiringgod.org/messages/what-faith-knows-and-hopes-for?lang=es el 05 de febrero de 2020.
[4] Howard Gardner (1991) La mente no
escolarizada. Ediciones Paidos. Barcelona (España)
[5] Daniel Chabot y Miguel Chabot (2009).
Pedagogía Emocional. Sentir para aprender. Alfaomega. México.
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