NO SOMOS DIGNOS
La tarea misionera que Dios
mismo encargó a la Iglesia, a quienes hemos recibido el Espíritu Santo, es un
trabajo no digno para nosotros, porque es una bendición que no merecemos, mas
el amor de Dios no mira nuestra condición pecaminosa, sino es tan bondadoso que
sin que lo hayamos ganado por nuestras obras nos ha hecho ser hijos suyos.
Nuestro llamamiento como
Iglesia nos debe llevar a obedecer a Dios con un corazón agradecido por todo lo
que Él ha hecho en nuestras vidas, por lo tanto, siempre que pensemos en
misiones recordemos que Jesucristo entregó hasta su última gota de sangre por
amor a nosotros, a fin de que nuestro ánimo no decaiga y tengamos el mismo
sentir de Cristo, seamos imitadores de su amor, amando a los demás como a
nosotros mismos.
Las misiones no son obra de
la iglesia sino es Dios, el Espíritu Santo, quien a través de su Iglesia
comparte, predica, enseña e instruye en la Palabra de Dios. Si creemos que la
obra la hacemos nosotros seremos un fracaso en todo lo que queramos emprender, pero si
reconocemos que Dios es quien hace la obra en verdad seremos prósperos en todo
lo que hagamos, por tal razón es que es por medio de la fe que debemos vivir y tomar
decisiones cada día de nuestra vida, ya que sin fe es imposible agradara Dios.
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he
aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” Mateo 28: 19-20 (RVR 1960)