TENTACIONES
El
joven se provoca fácilmente a ir detrás de sus placeres y a buscar la
satisfacción sensual, porque para él es nuevo y a la vista lo mejor: el sexo,
las drogas y el control, pero lo que ha olvidado a causa del engaño de sus
propios sentidos es que los deseos de la carne son tan efímeros como lo es su
placer.
La
gran mayoría de personas no solo viven conforme a la carne sino se preocupan
cuando no viven completamente en la carne, es decir que el mundo se ocupa en
todo tiempo en sí mismo olvidándose por completo de Dios. Mas Jesucristo, por
gracia, nos ha dado vista para que miremos lo que es verdadero.
“Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne,
vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la
carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne,
conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de
Dios.”
1 Pedro 4: 1 (RVR 1960)
El
pecado no es nada bueno sino es completamente perverso, hace daño a quien lo
comete y a quienes le rodean, es tan perverso que llevó a la cruz a Jesucristo.
Jesucristo
sintió el pecado aunque no cometió pecado, porque se hizo pecado, por amor a
nosotros, a fin de terminar con el pecado para que no sigamos viviendo conforme
a nuestros malos deseos, por lo tanto no sigamos viviendo en pecado sino
renunciemos completamente al pecado mirando a Jesucristo.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
2 Corintios 5: 17 (RVR 1960)
En
Jesucristo somos nuevas criaturas que en esta tierra y con este cuerpo viven en
una guerra diaria contra las tentaciones y el pecado, porque aun nuestro cuerpo
no ha sido redimido, por lo tanto entreguemos nuestro cuerpo a Dios, como
sacrificio vivo, absteniéndonos de satisfacer la carne y viviendo solo en el
espíritu con el fin de agradar a Dios.