ENFOQUÉMONOS EN EL
Cuando
la vida de una persona gira en torno a si mismo se complica en gran manera, mas
cuando se enfoca en Dios vive en tranquilidad.
Un
hombre muy anciano, un día que caminaba por el parque que quedaba al frente de
su casa, empezó a reflexionar sobre su vida y recordó cuanto tiempo había
invertido en sí mismo. De niño siempre pedía a sus padres lo primero que veía
con sus ojitos y así creció, buscando y obteniendo lo que era agrable a su
vista, se metió con prostitutas, engaños, vicios, etc. Pero cubría todo con una
falsa felicidad y religiosidad que mostraba a todo el mundo. Nadie sabía que en
su interior solo cavilaba el pensamiento suicida y al fin un día lo intentó. En
medio de una fuerte crisis emocional decidió quitarse la vida. Se disparó, pero
rápidamente un par de jóvenes lo auxiliaron y lo llevaron al hospital más
cercano. El, según los mismos médicos afirmaron, fue un milagro de Dios. Su recuperación
aunque fue pronto dejó como secuelas una gran cicatriz en su cuello pero
ninguna dificultad para hablar. A partir de ese momento en el que estuvo cerca
de la muerte su corazón sensibilizado al mensaje de Dios escuchó a una joven
enfermera quien le compartió del evangelio. El aceptó con sinceridad aquel
consejo y arrepentido ante Dios le rogó misericordia entendiendo que solo en
Jesucristo podía hallarla y así fue que comprendió que su vida solo podría
vivir en tranquilidad entregándosela a Dios.
Este
hombre anciano vivió sus últimos días alabando y predicando a Jesucristo,
porque comprendió que el mejor camino es seguirle con un corazón sincero.
El
mundo se preocupa constantemente por lo superficial, lo que otros dirán, lo que
enseña la cultura, pero no ha comprendido que esto genera despropósito y un
sinsentido en el ser humano, debido a que el problema no está en lo externo
sino en el corazón del hombre que solo podrá ser renovado y purificado en
Jesucristo.