UN MAR DE TRISTEZA
Una
de las consecuencias más terribles de no permanecer en integridad, de
desobedecer a Dios, de pecar, es la tristeza. La tristeza es el verdadero
sufrimiento de un cristiano y siempre será la consecuencia del pecado. Es el
castigo que nos encamina a Dios por lo tanto aunque sea consecuencia de
nuestros pecados es el medio que Dios usa para que comprendamos la gravedad de
nuestras maldades a fin de que nos arrepintamos de nuestros pecados creyendo
que solo en Jesucristo hay salvación para nuestras almas.
David
experimentó el dolor por haber pecado contra Dios, y lo expresó en el libro de
los salmos de la siguiente manera:
“Ten piedad de mí, Dios,
conforme a tu misericordia;
conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones.
¡Lávame más y más de mi maldad
y límpiame de mi pecado!,
conforme a tu misericordia;
conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones.
¡Lávame más y más de mi maldad
y límpiame de mi pecado!,
porque yo reconozco mis rebeliones,
y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti sólo he pecado;
he hecho lo malo delante de tus ojos,
para que seas reconocido justo en tu palabra
y tenido por puro en tu juicio.
En maldad he sido formado
y en pecado me concibió mi madre.
Tú amas la verdad en lo íntimo
y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti sólo he pecado;
he hecho lo malo delante de tus ojos,
para que seas reconocido justo en tu palabra
y tenido por puro en tu juicio.
En maldad he sido formado
y en pecado me concibió mi madre.
Tú amas la verdad en lo íntimo
y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
Purifícame con hisopo y seré
limpio;
lávame y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría,
y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados
y borra todas mis maldades.”
lávame y seré más blanco que la nieve.
Hazme oír gozo y alegría,
y se recrearán los huesos que has abatido.
Esconde tu rostro de mis pecados
y borra todas mis maldades.”
Salmos 51: 1-9 (RVR1960)
El
mar de tristeza en el que David se sentía ahogado le llevó a reconocer su rebelión
contra Dios al no obedecer su Palabra. La tristeza que puedas estar sintiendo
ahora no puede ser escondida por la cerveza, por el alcohol, por una rutina
como el deporte o salir con tus amigos, ni tampoco su causa son los demonios,
sino el problema radica en que tú has ofendido a Dios con tus actos, y esa
ofensa no agrada al alma, por lo tanto necesitas que el Señor te purifique, te
limpie, te renueve el entendimiento, y si no has recibido el don de Dios que es
la salvación entonces primeramente debes clamar a Dios por tu salvación
creyendo que Jesucristo murió por tus rebeliones y resucitó al tercer día para
sentarse a la diestra de Dios Padre a fin de interceder por ti para que
experimentes el gozo de la salvación.
Es importante también aclarar que hay tristezas
que no son consecuencia de tu pecado sino del pecado de otros, por lo tanto
enfrenta aquellos momentos difíciles agarrado o agarrada de la mano de Dios,
teniendo la seguridad de que en integridad has andado y en que el Señor es tu
refugio seguro.