¡CUAN DULCE ES TU PALABRA!



¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca.
Salmos 119: 103 (RVR 1960)
Es agradable y  tranquilo cuando nosotros saboreamos el dulce, por ello nosotros debemos ser como el dulce, que es “grato, gustoso y apacible” (RAE); ser dulces en nuestra manera de pensar, hablar y  vivir.
Desde el momento que recibimos a Jesucristo en nuestro corazón, teniendo nuestro encuentro personal con El, oyendo su voz,  recibimos verdadera tranquilidad, ese gusto que nos ofrece el dulce. Fue el dulce amor de Dios el que saboreo todo nuestro ser y fue mucho más que la miel a nuestra boca. Nosotros debemos preservar ese dulce que recibimos desde el momento en que conocimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, pero ese dulce solo podremos preservarlo con la Palabra de Dios, oyendo la voz de Dios, solo así seremos llenos de dulzura y viviremos gustosamente y tranquilamente llenos de Amor.

DULCE AMOR
“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
Efesios 5:2 (RVR 1960)
Andemos en dulce amor, unos con otros,  con el mismo dulce amor que Dios nos amó. La dulzura que debemos ofrecer es de entrega, es la de dar sin el propósito central de recibir, como lo es el dulce que debe ser saboreado, nosotros debemos ser gustosos, agradables y gratos para con todos, y todo ello: generado por el amor de Dios trabajando en nosotros; y esa dulzura es aún mayor cuando escuchamos las palabras que tiene nuestro Padre Celestial para nosotros.
Nosotros como Iglesia, como un mismo cuerpo que somos, debemos mostrar el amor a nuestros hermanos: ayudándoles, siendo de bendición para ellos, dulces para ellos y no amargos, buscando agradar siempre a Dios. Recordemos que seremos desabridos para el mundo al ser dulces para Dios, pues el paladar del mundo está inclinado a saborear cosas muy vanas aun así nos debe importar primeramente agradar a Dios antes que al mundo, por ello cuando veamos que nuestro hermano está en problemas mostrémosle el amor de Dios, y acompañémosle, cuando está en momentos de alegría disfrutemos con El y mostremos una vez más el amor de Dios, pues estamos unidos y lo que nuestro hermano haga nos afectara sea para bien o para mal, pero si nosotros como hermanos dejamos que el dulce amor sea reflejado entre nosotros, entonces afectaremos y seremos afectados para bien y no para mal.
“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.”
1 Corintios 13: 13 (RVR 1960)
El dulce amor debe permanecer en nosotros primeramente. Podemos trabajar para Dios y ser diligentes en lo que hacemos pero sin amor ¿de qué nos sirve?: De nada. Dios quiere que nuestro motor, nuestro obrar sea impulsado por el amor, el amor primeramente que tenemos a Él y consecuentemente a los demás. Si no vivimos en amor es vano lo que hacemos y es necesario hacer memoria, recordar nuestro primer amor, nuestro primer encuentro con Dios y volver otra vez rendidos ante El como la primera vez que le conocimos.

“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” Apocalipsis 2:4 (RVR1960)

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