YA PASÓ


El presente y el futuro ya son pasado. Así es el tiempo. La historia de Pablo en Tesalónica, en Corinto y en Atenas, ya pasaron, la historia de Carlos Marx y sus vanas filosofías ya pasaron, la historia de Albert Einstein con sus montón de fórmulas matemáticas ya pasaron. Ya todo ha pasado. La historia de personas como nosotros también pasaran a la historia.
El deseo de conocer a Dios pareciera ser una utopía para quienes con un corazón enceguecido lo adoran. Nuestro país está lleno de personas religiosas que no saben a quién veneran. A aquel que no conocen, quien creó los cielos y la tierra, que permanece en el tiempo porque es Señor del tiempo es a quien predicamos y adoramos, por eso es que el apóstol Pablo no compartió de sus propios pensamientos a las personas, no invirtió su tiempo en meditar en banalidades, no buscó la satisfacción de sus propios deseos, sino miró a lo eterno, a lo que permanece para siempre, no fue su vida lo que sus ojos miraron sino la vida de Jesucristo, el evangelio que es poder de Dios para trasformar vidas, perpetuándolas por la eternidad.
Nadie sabe el día que ha de morir, quizás sea hoy mi último escrito o, el ultimo que tu leas, pero ten certeza de que si en verdad crees en Dios, tu historia no terminara en el pasado sino el Señor te dará una eternidad en la que el tiempo ya no será señor de nadie.
Las tristezas, las decepciones, las alegrías, los triunfos y aun las derrotas ya pasaron, todo ha quedado en el pasado. Esta verdad sencilla será fácil de asimilar para quienes escuchan aquella Palabra que permanece en la eternidad, la palabra de Dios. Dios nos está hablando todos los días. Él está más cerca de lo que podamos imaginarnos. Él le dice hoy a este mundo:
«Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca». Mateo 3: 2 (NTV)

“…Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Hechos 2: 38 (LBLA)

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