SABIO EN HECHOS ANTES QUE EN PALABRAS
Las palabras, dice un dicho
populi, se las lleva el viento. Es tan cierto tal dicho que podemos decir que
en muchas ocasiones las palabras sobran cuando los hechos son contundentes.
La integridad es la acción de
la palabra, es el hablar con nuestro testimonio de las maravillas de la ley del
Señor. Ser sabio en hechos antes que en palabras es no negociar principios, es
ser prudente, es obedecer a Dios antes que a los hombres.
La sabiduría de Salomón no se
podía comparar entre los hombres, en aquella época del reino glorioso de
Israel. Muchos iban a escuchar su sabiduría, aquella sabiduría que Dios mismo
le había dado. Sabiduría para entender asuntos del reino, del pueblo y hasta de
la misma naturaleza. Pero su sabiduría no fue suficiente para evitar que pecara
contra su Señor, el mismo Dios que le había puesto como rey sobre Israel.
Salomón aconsejó a los
jóvenes a alejarse de la mujer extraña, de aquella que no tiene temor de Dios
en su corazón, sino solo lujuria, pero el mismo se unió a muchas de ellas.
Nehemías, recordando a Salomón, no permitió que el pueblo de Israel se mezclara
con otras naciones, como lo estaban haciendo, a fin de que no blasfemaran el
nombre de Dios. Él les dijo a los judíos:
“No dares vuestras hijas a sus hijos, ni tomareis de sus
hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos. ¿No pecó por esto Salomón,
rey de Israel? Aunque en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de
su Dios…” Nehemías 13: 25-26 (RVR 1995)
La sabiduría es inútil cuando
se convierte en simples palabras, pero es honrada cuando se hace viva en el ser
de una persona. La única manera de que seamos sabio en hechos, más que en
palabras, es viviendo en obediencia a Dios, sometiéndonos completamente a su
voluntad.
Jesucristo nos enseñó con
sabiduría, con mayor sabiduría que Salomón, mas no solo nos enseñó, sino por
sus hechos nos abrió los ojos para entender que él no era un hombre más, sino
el Salvador del mundo, el mismo Dios de quien los profetas habían anunciado que
salvaría a la humanidad. Su salvación no fue manifiesta a través de grandes
prodigios y señales sino por medio de su sacrificio hecho por amor a aquellos
que en verdad creen en El.
Las palabras de sabiduría
solo se podrán hacer vivas en aquellos que creen en Jesucristo como el único
Señor y Salvador de sus vidas, porque solo por medio de la fe el ser humano
podrá obtener una nueva naturaleza y una nueva mente que ya no busca lo suyo
sino lo que a Dios le agrada, siendo el Espíritu Santo quien dirige sus pensamientos
y aun sus acciones, si es que no lo apaga.
“Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, por el cual
fuisteis sellados para el día de la redención” Efesios 4: 30 (LBLA)