UN MENSAJE PARA TODAS LAS NACIONES DEL MUNDO ENTERO
Las
naciones que invaden este planeta llamado tierra provienen de un mismo
nacimiento, es decir que tienen un mismo origen de hace miles años atrás en el
huerto del edén. En este hermoso paraíso vivieron nuestros primeros padres,
Adán y Eva, pero ellos se corrompieron a causa de la tentación y fueron echados
de este lugar debido a que la maldad no puede convivir cerca a la incomparable
bondad de Dios. Es tal la razón que desde Adán todos hemos errado, nos
equivocamos y, nos perdimos como ovejas sin pastor. Desde que el pecado llegó,
la humanidad se dividió, debido a rivalidades que emergían de un corazón
deseoso a solamente hacer el mal.
La
cultura china está impregnada de asesinatos, un falso heroísmo, brujería,
hechicería y un montón de creencias que no solo se han formalizado en el
tradicionalismo sino aun en el humor cotidiano. La búsqueda del poder a través
de la meditación es el medio y el fin que ha llevado a que este país sea
desfragmentado en la ironía del placer por el control, es tal la razón que la
autocracia es un modelo ejemplar para muchos de ellos, pero este deseo del
poder solo se quedara en tal, porque el hombre, aunque quiera hacerse como un
dios, nunca podrá, debido a que solo Dios es Dios.
El
gobierno y el pueblo chino debido a ser una cultura milenial tienen creencias
que han perdurado por años, por tal razón es importante hablar de esta cultura,
porque todos tenemos algo de ella. La cultura china no es muy diferente a las
demás. La llamada cultura occidental es la misma copia, solo que con diferente
caratula, la búsqueda por el poder, el egocentrismo, la falsa creencia de que
podrán ser como Dios, son las características principales que han llevado al
poder a tiranos.
La
pobreza, esa cruda realidad que los gobernantes de las naciones quieren tapar,
es el resultado de estas culturas humanas. La cultura de la india, por esa adoración
a las bestias del campo, han sosegado su mente, llevándoles a vivir peor que
los animales. La dominación de una nación sobre otra no genera un cambio
significativo, porque todo esto es vanidad, los gobernadores cambian, los
dictadores mueren, las políticas no siempre son las mismas y todo esto sigue
igual.
El
ruido de los carros es lo único que se escucha en esta horrenda sociedad que ha
sido domada bajo el silencio que es reflejo de una esclavitud que aún no
pronuncia libertad. No existe una cultura mejor que otra, como tampoco una
lengua o idioma es superior a otro, sino todos son diferentes, pero con la
misma necesidad del verdadero Dios como gobernador del Timón.
“¿Es sabiduría contender con el
omnipotente? ¡Responda a esto el que disputa con Dios!” Job 40: 2 (RVR 1995)
No
existe hombre alguno, por más estudio que tenga, que sea más sabio que Dios,
porque la sabiduría proviene de Dios, por lo tanto, no es de sabios discutir
con el Creador, ignorando su Palabra y desconfiando de su bondad. Por tal razón
es más sabio delante de Dios aquel que se humilla ante El.
El
mensaje del verdadero evangelio no es para unos, sino para todas las naciones
del mundo entero (Afganistán, Albania, Alemania, Andorra, Angola, Antigua y
Barbuda, Arabia Saudita, Argelia, Argentina, Armenia, Australia, Austria,
Azerbaiyán, Bahamas, Bangladés, Barbados, Bahréin, Bélgica, Belice, Benín,
Bielorrusia, Birmania, Bolivia, Bosnia y Herzegovina, Botsuana, Brasil, Brunéi,
Bulgaria, Burkina Faso, Burundi, Bután, Cabo Verde, Camboya, Camerún, Canadá, Catar,
Chad, Chile, China, Chipre, Ciudad del Vaticano, Colombia, Comoras, Corea del
Norte, Corea del Sur, Costa de Marfil, Costa Rica, Croacia, Cuba, Dinamarca, Dominica,
Ecuador, Egipto, El Salvador, Emiratos Árabes Unidos, Eritrea, Eslovaquia, Eslovenia,
España, Estados Unidos, Estonia, Etiopía, Filipinas, Finlandia, Fiyi, Francia, Gabón,
Gambia, Georgia, Ghana, Granada, Grecia, Guatemala, Guyana, Guinea, Guinea
ecuatorial, Guinea-Bissau, Haití, Honduras, Hungría, India, Indonesia, Irak, Irán,
Irlanda, Islandia, Islas Marshall, Islas Salomón, Israel, Italia, Jamaica, Japón,
Jordania, Kazajistán, Kenia, Kirguistán, Kiribati, Kuwait, Laos, Lesoto, Letonia,
Líbano, Liberia, Libia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Madagascar, Malasia,
Malaui, Maldivas, Malí, Malta, Marruecos, Mauricio, Mauritania, México, Micronesia,
Moldavia, Mónaco, Mongolia, Montenegro, Mozambique, Namibia, Nauru, Nepal, Nicaragua,
Níger, Nigeria, Noruega, Nueva Zelanda, Omán, Países Bajos, Pakistán, Palaos, Panamá,
Papúa Nueva Guinea, Paraguay, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido, República
Centroafricana, República Checa, República de Macedonia, República del Congo, República
Democrática del Congo, República Dominicana, República Sudafricana, Ruanda, Rumanía,
Rusia, Samoa, San Cristóbal y Nieves, San Marino, San Vicente y las Granadinas,
Santa Lucía, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Serbia, Seychelles, Sierra Leona, Singapur,
Siria, Somalia, Sri Lanka, Suazilandia, Sudán, Sudán del Sur, Suecia, Suiza, Surinam,
Tailandia, Tanzania, Tayikistán, Timor Oriental, Togo, Tonga, Trinidad y Tobago,
Túnez, Turkmenistán, Turquía, Tuvalu, Ucrania, Uganda, Uruguay, Uzbekistán, Vanuatu,
Venezuela, Vietnam, Yemen, Yibuti, Zambia, Zimbabue…)
La
palabra nación deriva del verbo nacer, es decir que cada país de este planeta
se constituye por personas que nacen allí, pero si el nacimiento de la persona
fuera en un lugar diferente a cualquiera de los mencionados anteriormente, no
seriamos esclavos del pecado que comenzó con Adán. Por tal razón es que no es
que necesitemos cumplir las leyes sino primeramente nacer de nuevo para que no
sigamos viviendo como esclavos al pecado, sino como pueblo escogido por Dios
para anunciar las virtudes de Jesucristo quien nos levantó de los muertos.
Los
discursos que existen son muchos, unos convencen más que otros dependiendo del
contexto y de la época en que se viven, pero todos son igual de manipuladores
cuando dejan a un lado las verdades bíblicas. Ninguna palabra que se pronuncie
puede transformar a una nación, ni siquiera a una persona, a menos que sea la
palabra de Dios.
La
justicia no depende de argumentos, como lo hacen los juicios humanos, sino de
la ley, esa misma ley que Jesucristo cumplió y nosotros aborrecimos. Pero
Jesucristo no nos condena, porque Él es la respuesta a la muerte eterna que
merecemos, es decir que solo en Él está nuestra salvación. Jesucristo dijo
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y
cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha
pasado de muerte a vida.” Juan 5: 24 (RVR 1960)
La Biblia
no ha sido escrita solo para ser pronunciada sino para ser creída y vivida.
Esto no se trata de obras de hombre sino de la obra de Dios en el hombre que
empieza desde la misma fe.
“Yo reconozco que todo lo puedes y que no
hay pensamiento que te sea oculto. ¿Quién es el que, falto de entendimiento,
oscurece el consejo? Así hablaba yo, y nada entendía; eran cosas demasiado
maravillosas para mí, que yo no comprendía. Escucha, te ruego, y hablare. Te
preguntare y tú me enseñaras. De oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven.
Por eso me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza” Job 42: 1-6 (RVR 1995)