LUCHAR EN MEDIO DEL DESANIMO
El
mundo y, aun, nuestros más cercanos amigos y hermanos, pueden haber emitido de sus
labios palabras de desánimo, hirientes más que el rasguño de un león, cuando
nuestro corazón solo desea agradar a Dios. En el momento que llegue la tristeza
y la soledad a tu vida, a causa de seguir a Cristo, es porque Dios te está
moldeando, por lo tanto no endurezcas tu corazón contra Dios y contra tus
hermanos, sino mantente en el Camino y abstente de pecar contra Dios, satisfaciendo
tus deseos carnales.
La
vida de quienes siguen a Cristo es solo de valientes guerreros que se enfrentan
a un mundo más real que el visible. Ellos se enfrentan a un sistema lleno de
vanas ideologías, inducidas por demonios, huestes de maldades, potestades
infernales, que solo desean rebelarse contra Dios e incitar a otros a hacer lo
mismo. Es tal la razón que el mundo no los aprueba, no los ama sino los odia,
mas Jesucristo venció al mundo, al pecado que nos acechaba y al diablo que nos
tentaba, a fin de que no satisfagamos mas la voluntad de la maldad.
Necesitamos
reconocer, como lo hizo David, que somos el pueblo de Dios, que no son nuestras
fuerzas las que nos darán la victoria frente a esta guerra, entre el alma y la
carne, entre el desánimo y la fortaleza, entre la hipocresía y la integridad.
No es nuestra sabiduría ni nuestras riquezas las que nos darán la victoria
total, sino es ser hijos de Dios, herederos de su promesa en Cristo Jesús,
porque nadie ni nada es mayor que Dios y, aquel que tiene esta seguridad podrá luchar
en medio del desánimo, del desaliento de otros, de la desesperanza de todo un
pueblo, porque no mira al hombre sino a Cristo Jesús sentado a la diestra del
Padre, gobernando en lugares celestiales. Y la seguridad de ello es dada
gracias al Espíritu Santo que habita en cada corazón de aquel que ha depositado
su confianza en la Obra Redentora, llena de gracia y bondad, de Jesucristo
nuestro Señor y Salvador.
No
tenemos razón para estar tristes, desanimados o con miedo a este mundo, porque
Dios está con nosotros y, en nosotros el Espíritu Santo que nos ha vivificado
en un espíritu de amor, poder y dominio propio. La cobardía solo reina en quienes
no le creen a Dios mas la valentía es la característica principal de aquel que
le cree a Dios.
“porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor
y de dominio propio.”
2 Timoteo
1: 7 (RVR 1995)